domingo, 14 de julio de 2013

La Justicia Divina



La Justicia Divina
Por el rabino Eliezer Shemtov

Para muchos es difícil aceptar que D-os es el responsable último por todo lo que pasa en el mundo, ya que hay tanta injusticia aparente. ¿Es lógico pensar que un ser omnipotente y justo permita que ocurran atrocidades? ¿No será que D-os o no es justo o no es omnipotente o siendo justo y omnipotente no se mete en lo que pasa aquí en la tierra?

Nuestros sabios indican (Talmud, Berajot 54a, 60b)
que hay que bendecir a D-os por lo “malo” de la misma manera que uno bendice por lo bueno. O sea, D-os es el responsable último de todo lo que sucede. Pero, ¿cómo se explica?


Dos tipos de beneficio

El jasidismo nos ofrece la siguiente explicación.

Hay dos tipos de beneficio: 1) el beneficio obvio; 2) el beneficio oculto. El beneficio oculto, incomprendido por el hombre, es superior al beneficio obvio que puede apreciarse por la mente humana limitada.

El ejemplo sencillo es el niño que prefiere un caramelo en lugar de una vacuna. Para el niño la vacuna es un sufrimiento. No entiende cómo sus padres permiten que lo pinchen. Para un adulto, empero, es obvio que la vacuna le hace un bien mayor que el caramelo. Es un bien que trasciende el alcance de la mente de un niño, pero esto justamente implica un bien superior al bien que puede entenderse por la mente de un niño.

En otras palabras, las cosas pueden parecer malas desde nuestra perspectiva humana limitada. Bendecimos a D-os para expresar que aceptamos que Su decisión es para nuestro beneficio, aunque no entendamos cómo lo es.

Moisés y las tres “injusticias”

El midrash cuenta que un día Moisés estaba en el desierto, descansando detrás de unos arbustos, cerca de un oasis. De repente vio llegar un viajero que se asomó a la fuente para tomar agua y al agacharse se le cayó su bolso de dinero. No se dio cuenta y siguió su camino.

Al rato llega otra persona a tomar agua. Encuentra el dinero, se lo lleva y se va.

Llega una tercera persona a tomar agua y se acuesta a descansar en la sombra de los árboles.

Mientras tanto el primero se da cuenta que había perdido su dinero y vuelve al oasis a buscarlo. No lo encuentra y acusa al hombre que estaba descansando. El hombre negó haberlo encontrado. El primero no le cree, se enoja y lo mata.

Moisés levanta sus ojos al cielo y dice: ¡Amo del universo! ¿Dónde está la justicia?

D-os le responde: Te voy a explicar el tema esta única vez.

El dinero que el primero perdió no era suyo. Lo había heredado de su padre quien, a su vez, lo había robado.

El segundo fue el de quien el padre del primero lo había robado. Hoy le devolví lo suyo.

¿Y el tercero?

El tercero fue el asesino del padre del primero. El hijo hizo la justicia, sin saberlo.

Vemos de esta historia que realmente no podemos juzgar la justicia únicamente en base a  lo que nuestros ojos ven. Está en nosotros aceptarlo y reconocer la justicia suprema e infalible del Creador del Universo, aún sin entenderla.

(Para los escépticos: no importa si realmente fue así; el punto es que no tenemos cómo saber qué es lo que no sabemos y por lo tanto no podemos juzgar si algo es justo o no.)

Si tu fueras D-os

Cuentan de tres sabios jasídicos que estaban conversando entre sí cómo crearían al mundo si fueran D-os.

Cada uno dio su idea de cómo crear un mundo mejor. Cuando le tocó a Rabí Schneur Zalman opinar, dijo: si yo fuera D-os crearía al mundo tal cual Él lo creó.

O sea, desde el punto de vista humano limitado hay muchas cosas cuyo beneficio no entendemos, pero confiamos en que D-os, desde Su perspectiva, lo ve de una manera más acertada.

Todo es para bien

El Talmud (Berajot 60b)
nos cuenta de Rabí Akiva que decía siempre “Todo lo que D-os hace es para bien”. Un día estuvo de viaje y quiso entrar a la ciudad para trasnochar. Ya habían cerrado los portones y no lo dejaron entrar. Se vio obligado a dormir en el campo. Al rato vino un viento y le apagó su linterna. Vino un gato y le comió el gallo. Vino un león y le comió el burro. A la mañana fue a la ciudad y vio que durante la noche la habían asaltado. “Eso es lo que digo siempre,” dijo. “¿No ven que todo lo que D-os hace es para bien?”. Si lo hubiesen dejado entrar a la ciudad, lo hubiesen asaltado también. Y si hubiesen visto la linterna en el campo u oído al gallo o al burro, lo hubiesen encontrado (
Rashi, ibid 61a)
.


Si bien no siempre vemos en seguida el beneficio de lo que parece ser algo negativo, el hombre de fe acepta que todo es para bien, aunque no vea por qué.

¿Entonces qué?

¿Qué conclusión sacamos de todo esto? ¿Hay que aceptar pasivamente todo lo que ocurre en nuestra vida y en nuestro derredor?

Para nada. Cuanto más uno cree en D-os tanto más reclama la justicia y lucha contra las injusticias, ya que si no cree en D-os ¿a quién se va a quejar por “injusticia”? Como encontramos con el “padre de los profetas”, Moisés: cuando D-os le informó que pensaba destruir al pueblo judío por el Becerro de Oro que habían confeccionado apenas cuarenta días después de haber escuchado en el Sinaí la orden de no crear otros dioses, Moisés reaccionó rogándole a D-os para que perdonara al pueblo judío y en caso contrario que lo borrara de Su libro. No aceptó el plan Divino así nomás. Si D-os es el responsable último de todo lo que ocurre en el mundo, quiere decir que puede cambiar lo planificado y alterar el curso previsto de las cosas. A veces hace una “injusticia” para que no nos quedemos indiferentes y hagamos algo al respecto, o por lo menos reclamar.

Justificación del sufrimiento
Nuestros sabios explican que el único sufrimiento que se puede y debe justificar es el de uno mismo. Jamás debe uno justificar el sufrimiento de otro. Hacerlo sería cruel. El no justificarlo no implica ir en contra de la voluntad de D-os; todo lo contrario. D-os quiere ver que nos importa el dolor del otro al punto de reclamar su alivio.

La realidad actual

Hace unos dos mil años que estamos en el exilio. No tenemos el Beit Hamikdash en su lugar y no nos dejan vivir en paz. Hemos pasado por muchas persecuciones y hasta el día de hoy nuestros hermanos en Israel como también en otras partes del mundo se ven amenazados continuamente.

¿Cómo debemos reaccionar?

Además de tomar las mejores medidas de protección, no debemos conformarnos. Debemos saber que las cosas deben y pueden ser diferente e implorarle a D-os para que nos mande el Mashíaj ya!

Originalmente publicado en el Semanario Hebreo

domingo, 7 de julio de 2013

Los Tres Amigos



Los Tres Amigos
Por el rabino Eliezer Shemtov

Cuentan de uno que tenía tres amigos. Con el primero pasaba todos los días, con el segundo se encontraba los fines de semana y con el tercero se encontraba muy de vez en cuando.

Un día fue citado para presentarse en un juicio. Necesitaba que alguien lo defienda ante el juez.

Su amigo íntimo rehusó, diciendo que no podía moverse de su lugar.

El amigo de los fines de semana accedió a acompañarlo hasta la puerta de la corte.

En desesperación, recurrió a su amigo esporádico y, sorprendentemente, accedió a defenderlo en el juicio, asegurándole que iba a salir victorioso.

¿Quién es el protagonista de dicha historia?

La mayoría de nosotros.

El amigo “íntimo” de todos los días es el dinero. Nos ocupa la atención desde la mañana hasta la noche.

El amigo “de los fines de semana” es la familia, a quien dedicamos tiempo cuando los bancos están cerrados.

El amigo “esporádico” es el judaísmo. Algún día en el año que otro le prestamos atención.      

Llega el día de juicio, después de finalizar nuestra estadía en la tierra, y tenemos que presentarnos ante el Trono Celestial a rendir cuentas por cómo administramos la vida confiada en nosotros.

El amigo íntimo, el dinero, no se mueve de su lugar para ayudarnos. Allá no vale nada.

El amigo de los fines de semana nos puede acompañar, llorando, nada más que hasta la puerta...

Son las Mitzvot y buenas acciones que hicimos durante la vida las que nos acompañan y nos defienden hasta la eternidad.

Dicen nuestros Sabios (Pirkei Avot, 6:9)
:


En el momento en el que el hombre abandona este mundo no lo acompañan ni la plata ni el oro ni las piedras preciosas ni las perlas, sino sólo [el conocimiento de] la Torá y las buenas acciones, pues fue dicho (Proverbios, 6:22)
: “Cuando camines, ésta [la Torá] te ha de guiar, cuando yazcas, te ha de cuidar; y cuando despiertes, hablará por ti”.


“Cuando camines te ha de guiar” - en este mundo;
“cuando yazcas, te ha de cuidar” - en la tumba;
“y cuando despiertes, hablará por ti” - en el Mundo por Venir.

¿Por qué es así?

La realidad física, si bien es una realidad tangible, es una realidad limitada con valor subjetivo. Por otra parte, la realidad espiritual es definitiva y eterna.

Por ejemplo: dos sillas más dos sillas suman cuatro sillas. Esas cuatros sillas no tienen por qué seguir existiendo. Su existencia es circunstancial. Mañana, si se rompe una, habrá tres sillas. El concepto de 2+2=4, empero, es indestructible. No depende de las circunstancias. Siempre será igual.

Lo material viene a ser como la pregunta de “¿Para qué sirvo?”, esperando la respuesta por medio del propósito espiritual que se le dé.

Un cuchillo puede ser un instrumento de salvación como puede ser un instrumento de destrucción. Físicamente no hay diferencia entre ellos; espiritualmente no hay comparación. ¿Cuál de las dos realidades es más permanente, la física o la espiritual?

Tener y “tener”

El gran sabio judío, Don Isaac Abarbanel (1437-1508) era, entre otras cosas, el tesorero del rey de Portugal, Alfonso V.

Obviamente, no le faltaban enemigos quienes, envenenados por envidia, buscaron cada oportunidad para que caiga en desgracia ante los ojos del rey.

“Que Su Majestad le pregunte al Abarbanel cuánto es su patrimonio y verá lo que le responde,” sugirieron al rey.

Efectivamente, en la próxima oportunidad, el rey le preguntó: “Dígame, Don Isaac, ¿cuánto vale su patrimonio?”

El Abarbanel le dijo una cifra.

“¿Me permite ver sus libros?”

“¡Cómo no!” contestó el Abarbanel.

Al día siguiente le trajo sus libros de contabilidad de los cuales se desprendía que tenía diez veces más de lo que había declarado.

El rey estaba consternado. ¿Será verdad que su ministro de confianza le haya mentido?

“Don Isaac,” dijo el rey al Abarbanel, “¿cómo me explica la discrepancia entre la cifra que me dijo ayer y la cifra que sale de estos libros? ¡Aquí hay una cifra diez veces más grande que la cifra que me dijo ayer!”

“Su Majestad,” dijo el Abarbanel con confianza, “no hay ninguna discrepancia. Ud. me preguntó ayer cuánto valía mi patrimonio. De todo lo que yo gano destino el 10% a fines caritativos. Ese es mi verdadero patrimonio. El resto, hoy lo tengo yo y mañana lo puede tener Ud. Lo que yo di para fines benéficos, nadie jamás me puede sacar...”

Vemos aquí algo muy curioso. El Abarbanel consideraba como “suyo” lo que dio para caridad y no lo que tenía en su cuenta bancaria. La riqueza material es sólo una materia prima esperando adquirir su verdadero y eterno valor una vez que es utilizada para algo cuyo valor va más allá de los circunstancial y lo subjetivo que es la dimensión material.

El Pudor

El mismo concepto se puede aplicar a muchos aspectos de la vida, entre ellos el pudor.

Hay quienes creen que el fundamento de las normas judías del pudor es el intento de subyugar a la mujer.

No hay nada más lejos de la verdad. Las normas halájicas del pudor expresan la idea de que la dimensión material de la existencia no es un valor en sí mismo, sino que está al servicio de una finalidad espiritual.

La sensualidad sirve siempre y cuando está al servicio de la santidad. Esta santificación se logra cuando se expresa dentro del matrimonio y no fuera de él. El pudor está para proteger la santidad de la sensualidad y no para reprimirla.

Las Tiendas de Iaacov

En la lectura bíblica de Balak, leemos como el hechicero Bilam fue contratado por Balak, rey de Moav para maldecir al pueblo judío y como terminó bendiciéndolo con bendiciones muy intensas, una de las cuales forma parte de nuestras plegarias matutinas (Números, 24:5)
: “¡Cuán buenas son tus tiendas, Iaacov, tus moradas, Israel!”


Nuestros sabios aclaran que lo que provocó dicha bendición fue cuando Bilam vio al campamento Israelita desde las alturas y observó como las puertas de las tiendas no daban directamente hacia la puerta del vecino, asegurando así un alto nivel de pudor y privacidad...

El excremento espiritual

Eso contrasta fuertemente con la idolatría del pueblo de Moav, “Baal Peor”, sobre la cual leemos al final de la lectura de esta semana. La manera de servirlo consistía en defecar frente a él.

¿Cómo se entiende el concepto de adorar el excremento?

El excremento es lo que queda después de que el cuerpo extrae la parte útil, los nutrientes, de la comida. Uno come porque la comida contiene nutrientes que su cuerpo necesita para vivir. El excremento es lo que queda de la comida luego de haber cumplido su función.

Del mismo modo, cada acto placentero contiene dos aspectos, el propósito y el placer. El que utiliza algo por el propósito espiritual por el cual existe, lo eleva a un nivel espiritual superior. El que únicamente busca el placer que causa, es una variante de los idólatras de Peor, adorando la materia en sí, sin pensar en su verdadero propósito espiritual.





martes, 2 de julio de 2013

Fe y Confianza



Fe y Confianza
Por el rabino Eliezer Shemtov

Si bien la fe mueve montañas, hay muchos que ven en la fe una especie de “muleta”, un mecanismo de escape de la realidad para aquel que no la quiere enfrentar con lógica y racionalidad.

Veamos algo sobre la fe, cómo funciona, y qué rol juega en la vida del judío creyente.

Para empezar, la fe no lleva a una postura pasiva, sino todo lo contrario: el que tiene fe está aún más motivado, confiando en que sus esfuerzos se verán coronados con éxito.

Hay dos instancias muy diferentes entre sí en las cuales se recurre a la fe: 1) antes que sucedan las cosas; 2) después que suceden.

Antes que sucedan, se aplica la versión de fe denominada Bitajón, o sea “confianza” y después que suceden se aplica la Emuná o la “convicción” que es todo para bien.

Según las enseñanzas jasídicas, la propia actitud positiva genera una energía positiva y ayuda a que las cosas salgan tangiblemente positivas.

Una vez que sucedan las cosas, aunque no salgan como a uno le hubiese gustado, uno aplica la Emuná y tiene la convicción que es todo para bien, aunque no entienda cómo.

Dos historias

Encontramos en el Talmud dos historias al respecto:

Rabí Akiva solía viajar siempre con un burro (para transporte), una gallina (para despertarlo de madrugada) y un farol (para poder estudiar de noche). Un día llegó a una ciudad y quiso pasar la noche ahí. Ya habían cerrado los portones y los guardias no lo dejaron entrar. “Todo lo que D-os hace es para bien”, dijo y, sin tener alternativa, fue a descansar en el campo. Al rato vino un león y le comió al burro. “Todo lo que D-os hace es para bien”, dijo. Al rato vino un gato y le comió la gallina. “Todo lo que D-os hace es para bien”, dijo. Al rato vino un viento y le hizo caer el farol, rompiéndolo. “Todo lo que D-os hace es para bien”, dijo.

De mañana fue a la ciudad para reponer su burro, gallina y farol y se encontró con que durante la noche vinieron ladrones y asaltaron a la ciudad. Ahí se dio cuenta que todo era para su beneficio. Si lo hubiesen dejado entrar a la ciudad, hubiese sido víctima del asalto. Si hubiesen visto el farol en el campo, lo hubiesen encontrado, como también si escuchasen el burro o la gallina... Pudo entender cómo todo lo que parecía negativo, era, en realidad, para su beneficio.

La segunda historia es del maestro de Rabí Akiva, el sabio conocido como Najum Ish Gam Zu, quiere decir Najum “el hombre de ‘también esto’”. Lo llamaban así porque siempre, ante cualquier incidente en la vida - aún los que parecían ser negativos - decía “también esto es para bien”.

Un día los líderes de la comunidad judía de Israel decidieron mandar como regalo al rey de Roma una caja de piedras preciosas. Nombraron a Najum Ish Gamzu para que encabezara la delegación. En una de las paradas, alguien les robó las piedras, sustituyéndolas por arena. Cuando los integrantes de la delegación se dieron cuenta, se armó un escándalo. ¿Qué hacer ahora? Najum Ish Gamzu los tranquilizó. “Esto también es para bien,” dijo. “Sigamos a Roma con la caja de arena.”

Al llegar al palacio, los llevaron ante el Rey. “Trajeron un regalo de parte de los judíos de Israel,” anunciaron. Abrieron la caja y al ver su contenido el Rey se enfureció.

“¡¿Se están burlando de mi?!”

Eliahu Hanaví, disfrazado de ministro, le dijo al rey: “Su Majestad, ¿cree Ud. que los judíos son tan ingenuos como para insultarlo? Seguramente no se trata de arena común y corriente. Según la tradición judía, su patriarca Avraham venció en guerra a cinco reyes y sus ejércitos. ¿Cómo lo logró? Cuando les tiraba un puñado de arena se transformó, milagrosamente, en piedras grandes y flechas. Probablemente le trajeron a su Majestad de esa arena especial...”

“Bueno, pongámosla a prueba. Llevenla al frente y pruebenla,” ordenó el Rey. Dicho y hecho. La llevaron al frente y vieron que, efectivamente, se comportaba como esa arena milagrosa.

El rey estaba tan contento que llenó la caja de piedras preciosas como agradecimiento a los judíos de Israel.

En el camino a casa contaron a todos del milagro que les sucedió. El ladrón, al escuchar la historia pensó: “Wow! Yo sé de dónde viene esa arena. Le llevaré al Rey carros enteros. Seguramente me compensará mucho más que lo que dio por una mera cajita...”

Llegó a Roma con carros de arena y al probarla y ver que era nada más que arena común y corriente, le dieron lo que merecía...

Las dos historias nos muestran ejemplos de dos niveles diferentes de fe. En el primer caso, la fe ayudó a aceptar la realidad y confiar que era para bien. En el segundo caso la fe transformó el “mal” en “bien”. ¿Qué hubiese pasado si no les hubiesen robado las piedras preciosas? ¿Al Rey le faltan piedras preciosas? La convicción indomitable de Najum Ish Gam Zu logró transformar una situación naturalmente negativa en algo milagrosamente positivo.

Como dijeron nuestros Rebes: Trajt Gut, Vet zain Gut; Piensa bien y será bien.

La alegría

Una de las características muy entrelazadas con la fe es la alegría. La fe produce alegría y también la alegría provoca y fortifica la fe.

Cuentan de dos hermanos, Jasidim, que fueron encarcelados en la época del Zar. Resulta que en la celda había un balde destinado a las necesidades de los reclusos y está prohibido recitar las plegarias en dicho ambiente.

Uno de los hermanos se puso muy triste al no poder rezar. El otro se puso muy contento. “Mira,” dijo a su hermano, “el mismo D-os que quiere que recemos, quiere que no recemos en estas condiciones. Resulta, entonces, ¡que al no rezar estamos cumpliendo con su voluntad!

Al darse cuenta de que descubrieron que las condiciones adversas les dieron una oportunidad de servir a D-os aunque sea de otra manera que lo usual, empezaron a cantar y bailar con alegría. La gente miraba con asombro y preguntaron a qué se debía tanta alegría. Los hermanos simplemente señalaron al balde mientras seguían bailando con fervor.

Los guardias, al escuchar la conmoción, vinieron a investigar su causa. ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tanta celebración? preguntaron. Los demás reclusos apuntaron al balde. Los guardias no entendieron qué tenía que ver el balde con el baile pero querían restaurar el orden en la cárcel, así que entraron y sacaron el balde...  

La alegría de los hermanos logró lo que la tristeza nunca hubiese logrado. Ahora pudieron rezar como D-os manda...

La fe “por las dudas”

La fe sirve también “por las dudas”...

Cuentan de un padre e hijo que estaban corriendo para alcanzar al tren. “Olvidate, Papitos” dijo el hijo, “dejemos de correr porque seguramente ya lo perdimos.”

“Puede ser,” dijo el padre, “pero prefiero perderlo intentando...”

¿Será una ingenuidad? ¿Un capricho? ¿Terquedad? Yo lo intenté en más de una ocasión y me dio buen resultado...

Originalmente publicado en el Semanario Hebreo

martes, 25 de junio de 2013

¿Cuán Generoso Eres?



¿Cuán Generoso Eres?
Por el rabino Eliezer Shemtov

Hay que dominar bien un lenguaje para saber interpretarlo. Cada idioma habla en su propio código. Si uno no sabe el código no sabrá descifrar el mensaje transmitido.
Por ejemplo: imaginémonos un madre e una hija. La madre mide 1.6 mts. y la hija mide 1.8 mts. ¿Quién de las dos es más grande?
Si le preguntas a una niña, te dirá que la hija es más grande que la madre, ya que la ve más alta. No entenderá por qué la gente insiste en decir que la madre es más grande. Obviamente, la palabra “grande” se puede entender de distintas maneras. Hay que conocer bien el manejo del código para poder interpretar el significado correctamente.
Una de las características del lenguaje de la Mishná es su economización. No gasta dos palabras cuando puede expresar la misma idea por medio de una sola. De hecho, nuestros sabios nos enseñan que uno debe siempre enseñar por medio de expresiones concisas; la verbosidad a menudo sirve para confundir.
El desafío en este sistema de comunicación es tanto para el que habla como para el que escucha. Hay que saber comprimir la cantidad máxima de contenido en la cantidad mínima de palabras y hay que saber extraer la información correctamente.

Miremos un ejemplo del capítulo de Pirkei Avot que corresponde a esta semana, el capítulo cinco.
En la Mishná 13 dice:
Hay cuatro actitudes entre los que dan Tzedaká (“Caridad”):
1) El que quiere dar y que otros no den, su ojo está mal hacia los otros;
2) Que otros den y que él no dé, su ojo está mal hacia lo suyo;
3) Que él dé y otros den, es un piadoso;
4) Que él no dé y que otros no den, es un malvado.
Hay que entender: ¿Por qué habla de cuatro actitudes entre “los que dan Tzedaká”, si entre ellos menciona dos que no quieren dar?
También: ¿Cuál es la enseñanza práctica de esta información para nosotros?
Una de las enseñanzas es la siguiente:
En general hay dos maneras diferentes de dar: con ganas y sin ganas. ¿Cuál de las dos es más meritoria? ¿Es mejor dar como expresión de la generosidad, o dar a pesar de que uno no tiene ganas?
Encontramos en la Torá un precepto interesante: “Si ves el burro de tu enemigo cayendo debajo de su carga, ayudalo”. ¿Por qué justo el burro de tu enemigo? La explicación es que si ves dos burros cayendo debajo de sus respectivas cargas, el uno es de tu amigo y el otro es de tu enemigo, deberás ayudar primero al de tu enemigo, ya que tiene un “valor agregado”. Objetivamente, no hay diferencia entre un burro y otro. La única diferencia en este caso es subjetiva, el uno es de tu amigo y el otro es de tu enemigo. Al ayudar al burro de tu enemigo, además de estar ayudando a un animal que está sufriendo, estarás conquistando a tu propio “burro” personal, a tu instinto negativo.
Lo mismo es en cuanto a nuestro tema, el acto de dar Tzedaká: cuanto menos ganas tengas de dar, tanto más mérito y refinamiento personal generará el acto de dar.
Hay, no obstante, matices en la “mezquindad”. Hay quienes son mezquinos con su propiedad y hay quienes son mezquinos con su honor. Hay quienes no quieren dar dinero y hay quienes son más mezquinos aún, no quieren que otros den para no opacar su nivel de generosidad.
Cuentan de uno que tenía un amigo en el hospital a quien quiso ir a visitar. Demoró en llegar y cuando finalmente llegó a visitarlo le informaron que ya le habían dado de alta.
“¡Qué lástima!” dijo, “quise cumplir con el precepto de visitar a los enfermos…”
Prefiere que su amigo esté enfermo para poder generarse él más méritos… Mezquino de primera...
En cuanto a la Tzedaká sucede algo parecido, hay quienes dan no para ayudar al necesitado, sino para sentirse bien o para figurar. El que da porque quiere ayudar al necesitado estará más que feliz que otros también le den una mano. El que da únicamente para figurar, prefiere que no le “pisen los talones” con donaciones que le hagan sombra a pesar de que puede perjudicar al necesitado…
Cuando el caballo se acerca a un lago a tomar agua, tiene la costumbre de patear el agua. ¿Por qué? Explican los que saben que el caballo, al acercarse al agua y ver su propio reflejo piensa que se trata de otro caballo que quiere sacarle “su” agua… Al patearlo, desaparece el reflejo, y el caballo prosigue a tomar el agua - ahora embarrada - más tranquilamente….
Y por último, hay aquí una enseñanza positiva muy importante: todos, aun aquellos que les cuesta separarse de su dinero, están considerados “dadores de Tzedaká”, ya que es un instinto latente en cada uno de nosotros, aunque a veces cuesta activar y manifestarlo.

Esta enseñanza es alentadora tanto para el mezquino como para el que le viene a pedir su ayuda.

Vi hace poco una carta del Rebe en la cual exhorta al destinatario de la misma que siga hablando con determinada persona “como corresponde a un integrante de un pueblo terco”.

A primera vista parecería que la terquedad en cuestión se refiere al destinatario del mensaje. Pero me parece que también se  puede entender que se refiere al receptor de la carta. Siendo integrante del pueblo judío, un pueblo terco, no debe darse por vencido y seguir insistiendo en su intento de hacerle llegar el mensaje en cuestión al otro.

Pero ¿en qué se fundamenta la terquedad?

En base a lo antedicho se puede explicar. Al tener la convicción  de que el otro es realmente un “dador de Tzedaká”, que en su fuero más íntimo es una persona que quiere vivir su vida como D-os manda, no se dejará impresionar y disuadir por la resistencia inicial sabiendo que a la larga llegará a acceder y activar a las mejores cualidades del alma latente en él.

Escuché una vez de mi tío abuelo, el gran Jasid Reb Mendel Futerfas, que en paz descanse, que cuando uno le pide una donación a alguien y no quiere dar, es porque el Iétzer Hará (la mala inclinación) lo impide dar. Pero cuando uno opta por no pedirle, es porque el Iétzer Hará salió del otro y entró en uno...

Dicen nuestros sabios que es en mérito a la Tzedaká que lograremos salir del exilio. ¿Por qué? Se puede entender que es debido al mérito generado por la Tzedaká. También se puede entender que al dar Tzedaká uno logra liberarse de su exilio personal interno creando las condiciones cósmicas para que salgamos del exilio externo en el cual nos encontramos.

Ojalá que sea pronto.

Originalmente publicado en el Semanario Herbeo

sábado, 15 de junio de 2013

¿Qué es mejor, este mundo o el que viene?



¿Qué es mejor, este mundo o el que viene?
Por el rabino Eliezer Shemtov

Dedicado al 1er aniversario del fallecimiento de la Sra.
Beraja Jaia (Beatrice) Rozencvaig de Góliger, A”H.

Se tiende a pensar que para el creyente el mundo venidero es el mundo de la verdad, el superior; y que este es el mundo de la mentira, el inferior.

En realidad, puede ser así para creyentes de diversas religiones, pero en la perspectiva judía no es tan sencillo.

“Él (Rabí Iaakov) dice: más vale un instante de Teshuvá (retorno) y buenas acciones en este mundo que toda la vida del mundo venidero, y más vale un instante de felicidad en el mundo venidero que toda la vida de este mundo.” (Pirkei Avot, 4:17)

No queda claro, ¿cuál de los dos es superior, un instante en este mundo o un instante en el venidero?

La respuesta es: depende.

Cuentan de un rey que quería compensar a un sirviente quien había trabajado fielmente para la familia real durante cincuenta años.

“Mañana a mediodía te abriré las puertas de la tesorería y podrás, durante una hora, llevarte lo que quieras,” le dijo el rey.

El sirviente preparó barriles en la puerta de la tesorería.

Al día siguiente, a la hora indicada, se abrieron las puertas.

El hombre estaba a punto de lanzarse a la primera mesa de brillantes, cuando, de repente, se detuvo.

El rey sabía que el sirviente tenía una debilidad hacia la música y contrató al mejor violinista del reino para que tocara el violín en la sala de la tesorería durante esa hora.

El sirviente que supo apreciar esa música inigualable, decidió dedicar cinco minutos a aprovechar esa oportunidad única. “Total,” pensó, “cincuenta y cinco minutos me alcanzan y sobran para juntar riquezas...”

Pasaron los cinco minutos y la música fue mejorando. El sirviente optó por dedicar sólo cinco minutos más. Así fue pasando el tiempo hasta que de repente sonó la campana. La hora había terminado. El sirviente salió de la tesorería habiendo acumulado nada más que una hora de la mejor música....  
Esta historia representa la vida. Nacemos para pasar un tiempo en la tierra juntando “diamantes”, aprovechar las oportunidades para hacer el bien. Si fuera tan fácil no tendría gracia, así que D-os nos colocó “violinistas” en todas partes para distraernos.

Tenemos para elegir: ignorar al violinista y dedicarnos a “juntar diamantes”, o postergar el cumplimiento de nuestra misión para dedicar tiempo a escuchar la música seductora de los “violinistas”.

Si bien el placer de la música puede ser impresionante, no puede compararse con el placer que uno obtiene al haber aprovechado la hora inteligente y correctamente.

Ahora podemos entender lo que dice Rabí Iaakov. En cuanto a logros, nada del otro mundo puede compararse con un instante de esfuerzo y logros en este mundo; en cuanto a placer, empero, nada terrenal puede compararse con la satisfacción espiritual y eterna que uno tiene después de haber cumplido su misión de vida durante su estadía en la tierra.

Así que en cuanto a la pregunta cuál de los dos mundos es mejor, la respuesta es que depende si hablamos de logros o de satisfacción. Si hablamos de logros, es este mundo el superior, si hablamos de satisfacción y placer es el mundo venidero el superior. Y la satisfacción en el mundo venidero depende de los logros obtenidos en este mundo...

Las enseñanzas jasídicas nos dan una perspectiva más rica del tema:

La diferencia esencial entre esta vida y la próxima es la diferencia entre conexión y percepción. En esta vida podemos conectarnos con D-os por medio del cumplimiento de Sus órdenes, aunque no lo percibamos. En el mundo venidero, despojado del filtro distorsionador del cuerpo, el alma percibe las cosas con claridad y percibe el valor de dicha conexión generada durante su estadía en la tierra. Allá, en el otro mundo, uno ya no puede generar más conexiones; sólo puede percibir y entender lo que le fue inentendible aquí en la tierra.

También: el deseo de D-os no es tanto que hagamos lo que nos pide como el hecho de que optemos por hacerlo. La posibilidad de optar existe únicamente en esta vida. En la próxima recibimos nada más que la recompensa.

El ejemplo personal del Rebe

El martes pasado, 3 de Tamuz, conmemoramos el 19 aniversario de la desaparición física del Rebe de Lubavitch, que su mérito nos proteja.

El Rebe, mientras estaba físicamente con nosotros dio el mejor ejemplo de lo que quiere decir aprovechar el tiempo aquí en la tierra.

Cuando cumplió setenta años, comentó durante la celebración pública del mismo que hubo quienes le sugirieron que se jubilara. Ya ha hecho mucho por el pueblo judío y el mundo, ya le correspondía a “Take It Easy” (tomar la vida con calma).

El Rebe dijo que no sólo no iba a descansar, sino que recién ahora iba a trabajar más que antes. Anunció que se puso como meta que en el año se fundaran en el mundo unas setenta y una (!) nuevas instituciones de educación y beneficencia.

Nunca permitió que la gente se jubilara. Cada día de vida está llena de oportunidades y mientras uno tenga fuerza debe aprovechar la vida para producir y hacer del mundo un hogar más propicio para D-os.

Un solo D-os y dos mundos

Si bien, como vimos, para el judaísmo lo más importante es esta vida, la vida de la acción, no hay que menospreciar el rol que juega la fe en el mundo venidero.

El mundo venidero es el mundo de la verdad y es eterno. Si uno se la jugó por la verdad en esta vida, tendrá satisfacción infinita y eterna al apreciar el verdadero valor de lo que hizo en esta vida.

La siguiente anécdota ilustra el concepto.

El sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, fue arrestado en 1927 por la KGB a raíz de su esfuerzo incesante por mantener viva la llama judía a lo largo y ancho de Unión Soviética a pesar de la persecución comunista contra todo aquello vinculado con la vida religiosa judía.

Entre todos los episodios vinculados con su encarcelamiento y eventual liberación - documentados y publicado por él mismo - encontramos el siguiente:

En cierta sesión interrogatoria era infructuoso el intento de sacarle información que podría perjudicar a sus colaboradores en la sagrada labor de la educación judía.

El oficial sacó una pistola y le dijo: “¿Ve este ‘juguete’? Este ‘juguete’ ha sacado mucha información de muchos que no nos la querían dar.”

Respondió el Rebe: “Este ‘juguete’ puede asustar a uno que tiene muchos dioses y un solo mundo. El que tiene un solo D-os y dos mundos, no es intimidado por ese tipo de ‘juguete’...”

Que el ejemplo de su vida nos sirva de inspiración.