Rosh Jódesh
Preceptos y Conceptos del Judaísmo
Por el Rabino Eliezer Shemtov
El sábado que viene es un
Shabat especial. Además de ser también Rosh
Jódesh, comienzo de un nuevo mes, está denominado como Shabat Hajódesh, el Shabat de “el mes”, debido al hecho que se lee
en la Torá - además de la lectura semanal - sobre el mandato divino de fijar
los meses de acuerdo al ciclo lunar.
Sistema Lunar
La primera Mitzvá que el
pueblo judío recibió de D-os, estando todavía en Egipto, fue la de fijar el mes
de la salida de Egipto como el primer mes del año y marcar el tiempo según el
ciclo lunar[1].
Con el “nacimiento de la luna nueva” comienza el nuevo mes en el calendario
judío.
En la época en que existía
el Templo se traía sacrificios especiales en honor al día.
Hoy en día se conmemora
principalmente por medio de liturgias especiales[2].
¿Por qué es tan importante
qué punto de referencia se usa para contar el pasar del tiempo como para que
sea el primer precepto que D-os le haya ordenado al pueblo judío?
Nuestros sabios explican
que en realidad en este primer mandato está la “Declaración de Principios” del
pueblo judío. El pueblo judío no habrá de ser un pueblo más, sino un pueblo diferente. Mientras los demás pueblos
cuentan el tiempo según el ciclo solar, el pueblo judío contará el tiempo según
el ciclo lunar, ya que el sol y la luna representan sus respectivos roles y
razones de ser.
Una de las diferencias
entre el sol y la luna es que el sol irradia luz propia, mientras que la luna
ilumina por medio de una luz reflejada. Los demás pueblos cuentan el tiempo
según el sol ya que aspiran a mostrar su grandeza, mientras que el pueblo judío
cuenta el tiempo según la luna representando el hecho que su razón de ser es
vivir una vida que refleje la voluntad y grandeza de D-os. Los demás pueblos
aspiran a vivir de acuerdo a su verdad, mientras que el pueblo judío aspira a
vivir de acuerdo a Su verdad.
“Nacimiento” de la luna
En la literatura talmúdica
y halájica, el momento exacto de la reaparición mensual de la luna - en
Jerusalem - se llama el Molad, o
“nacimiento” de la luna.
Cabe preguntarse por qué
denominarlo “nacimiento” si la luna no muere ni nace. De hecho, la luna es
igual durante todo el mes, hasta que su luz es igual durante todo el mes; es
nada más que en relación a su posicionamiento vis-a-vis nosotros que vemos más
o menos de su luz. ¿Por qué hablar de “nacimiento” de la luna?
La respuesta:
El sol y la luna fueron
creados ambos con el propósito de iluminar la tierra[3]. Esa es
su razón de ser. Si no cumplen con su función es como si no estuvieran.
He aquí una enseñanza muy
importante.
Nuestra razón de ser como
pueblo y como integrantes del pueblo judío es iluminar al mundo con la luz de
la Torá. Si no lo hacemos, por más que físicamente estemos, es como si no
estuviéramos. Realmente no estamos si no cumplimos con nuestra
función primaria.
Un pueblo lunar
Una noche durante la
segunda semana de cada mes salimos a la calle a bendecir la luna nueva. En una
de las plegarias mencionamos la similitud que hay entre el pueblo judío y la
luna: tal como la luna mengua y crece, del mismo modo, el pueblo judío, aunque
esté abatido, volverá a crecer y a recuperar su luminosidad.
Históricamente, la 15ª
generación desde nuestro patriarca Abraham, la generación del Rey Salomón -
correspondiendo al 15ª día del ciclo lunar - fue una época en la cual “la luna
estaba en su plenitud”. Fue en ese entonces que se construyó el primer Templo
de Jerusalem y el pueblo judío gozó de un período de tranquilidad, seguridad e
influencia sin par. Será igualada nuevamente cuando la “luna se llene de
vuelta” con la llegada del Mashíaj.
El Calendario
El intervalo entre un “nacimiento”
de la luna y el siguiente dura exactamente 29
días 12 horas 44 minutos y 31/3 segundos. Dado que no se puede tener
un mes con días fraccionados, alternamos entre meses de veintinueve días y de
treinta días.
Antiguamente,
cuando existía el Beit Hamikdash y el Sanhedrín funcionaba, el nuevo mes se
establecía por medio de dos testigos oculares que vinieron a Jerusalem a
prestar testimonio ante la suprema corte quien, consecuentemente, determinaba
si anunciar o no el nuevo mes. No es que no sabían cuándo ocurría el nacimiento
de la luna; es que se necesitaba la consagración del mes por medio del
testimonio de dos testigos “constituyentes”. Si no aparecían dos testigos el
día 30, automáticamente, se trasladaba el comienzo del nuevo mes al día 31.
Hoy en
día, al carecer de una Sanhedrín facultada para determinar los meses, usamos el
calendario consagrado en Jerusalem por medio de Hillel II[4].
Año Embolismal
Dado que el año lunar
tiene un promedio de 355 días (que causalmente es el valor numérico de la
palabra Shaná o año) y el año
solar tiene 365 días, resulta que las fechas, fijadas por la luna, se van corriendo unos diez días por año con
relación a las estaciones, fijadas por el sol.
Siendo que la Torá nos
encomienda que observemos siempre la festividad de Pésaj en la primavera boreal[5],
agregamos un mes cada dos o tres años para compensar la diferencia. Ese año
está denominado Shaná Meuberet (año
“preñado”) o año embolismal.
La enseñanza para la vida:
Todas las Mitzvot que
hacemos para iluminar al mundo se dividen en dos tipos: aquellos que, como el
sol, son constantes, y aquellos que, como la luna, son cambiantes.
Cada uno de los dos tipos tiene
una ventaja y una desventaja. Las constantes, si bien no motivan tanto como las
esporádicas, están profundamente arraigadas. Las esporádicas motivan mucho,
aunque nos están tan profundamente arraigadas.
La enseñanza del año
embolismal es que debemos buscar la manera de fusionarlos, o sea introducir la
cualidad de cada uno en el otro. Debemos buscar novedad y frescura en los
preceptos constantes y debemos buscar constancia en la innovación.
Un ejemplo de cómo
introducir la ventaja “lunar” en un acto “solar”:
Colocamos los Tefilín diariamente sobre el brazo y la cabeza para subyugar nuestros sentimientos y pensamientos al servicio de D-os. La manera de introducir frescura en ese acto diario es pensar cada día en alguna idea o sentimiento personal específico que necesita ser sublimado... La tarea de subyugar es constante (sol); lo que subyugar es cambiante (lunar).
Un ejemplo de introducir la cualidad “solar” en las actividades “lunares” sería buscar constantemente propuestas novedosas para transmitir el mensaje del judaísmo.
Colocamos los Tefilín diariamente sobre el brazo y la cabeza para subyugar nuestros sentimientos y pensamientos al servicio de D-os. La manera de introducir frescura en ese acto diario es pensar cada día en alguna idea o sentimiento personal específico que necesita ser sublimado... La tarea de subyugar es constante (sol); lo que subyugar es cambiante (lunar).
Un ejemplo de introducir la cualidad “solar” en las actividades “lunares” sería buscar constantemente propuestas novedosas para transmitir el mensaje del judaísmo.
Este artículo es un
ejemplo.
B"H Hermosa información sobre la visión cósmica de los días.
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