El Duelo
Preceptos y Conceptos del Judaísmo
Por el Rabino Eliezer Shemtov
La semana
pasada vimos algo sobre lo que pasa con uno después que termina su estadía
terrenal. Hoy veremos lo que sucede con los familiares que siguen su vida aquí.
Ni hablar
que la experiencia más traumática que un ser humano puede experimentar es la de
perder un familiar o un ser querido. Deja un vacío imposible de llenar. Quizás las sensaciones más presentes son las
de la impotencia y sentimiento de culpa. No se puede traer de vuelta al
fallecido. No se le puede decir lo que no se le dijo en vida.
Son dolores
muy profundos.
Veamos algo
de las leyes y costumbres judías relevantes y la sabiduría que contienen y
cómo sirven de herramientas por medio de
las cuales poder lidiar mejor con la experiencia.
Hay varias sensibilidades
que se respetan en las acciones que se realizan en el entierro y en los
períodos previos y posteriores: 1) La vida del fallecido; 2) el vacío que deja;
3) la responsabilidad que ahora cae sobre los familiares.
Fórmula de consuelo
La fórmula
tradicional con la que se consuela a los dolientes es: Hamakom Ienajem Etjem betoj Shear
Aveilei Tzión V’Ierushalaim, o sea: Que el Omnipresente los consuele
entre los que están de duelo por Sión y Jerusalem.
El Rebe, en
una carta de consuelo enviado a Ariel Sharon al fallecer su hijo en un
accidente, pregunta ¿qué sentido tiene consolar a alguien que perdió a un ser
querido con incluirlo entre los que están de duelo por la destrucción del
Templo de Jerusalem? ¿Cómo se compara la muerte de un ser humano con la destrucción
de un edificio, por más sagrado que sea?
Responde
que hay tres puntos de comparación que hace la base del consuelo.
1)
La
muerte, igual que la destrucción del Templo, afecta nada más que la dimensión
física y externa, ya que la esencia sigue existiendo en el plano espiritual;
2)
Aun
la desaparición física es nada más que temporaria, ya que creemos en la
resurrección de los muertos y tal como se reconstruirá el Templo físicamente, los
cuerpos volverán a vivir;
3)
Así
como la destrucción del Templo es una tragedia que afecta y es lamentada por
todo el pueblo judío, del mismo modo la muerte de cada integrante de nuestro
pueblo afecta a todos y es más que un duelo personal.
Las tres
consideraciones mencionadas ayudan a aliviar el dolor producido por lo que
parecería ser una perdida permanente y puramente personal.
Dicho
concepto es expresado también en la costumbre de romper la ropa y pronunciar la
bendición correspondiente antes de salir al entierro. El romper la ropa expresa
la idea de que lo que se afectó es nada más que la “vestimenta” del fallecido,
ya que su esencia sigue existiendo. La bendición que se pronuncia declara a
D-os como el “Juez de la verdad”, quien lleva a cada uno en el momento justo.
No pretendemos entender Sus caminos; simplemente reconocemos nuestras
limitaciones y humildemente los aceptamos como justos.
La muerte como estado provisorio
Lo
transitorio de la muerte está expresado también en las preparaciones que la Jevra Kadisha le hace al cuerpo previo
al entierro, lavando y vistiéndolo, preparándolo así para reencontrarse con su
Creador y eventualmente para el día que vuelva a revivir. Se entierra al muerto
en mortajas de lino blanco y cajones de madera simple ya que la muerte no es un
estado permanente, también para no distinguir entre los ricos y los pobres. No
se lleva nada de este mundo, salvo los méritos generados por las buenas
acciones.
Seudat Havraa
En
realidad, cualquier tipo de “digestión” de la pérdida puede ocurrir recién
después de un tiempo. La reacción inicial natural es una de Shock total, sin
capacidad de respuesta.
Dicha
condición es reflejada en la primera comida que los dolientes deben comer luego
de volver del entierro, conocida como Seudat
Havraá, o comida de curación: Huevo duro o lentejas con pan. Tal como el
huevo duro y la lenteja no tiene “boca”, así el doliente no tiene lo que decir
ante su pérdida. La etapa inicial de tres días es de silencio y lágrimas. No se
inicia conversaciones con el doliente. No se le invade su espacio.
Shivá
La
siguiente etapa es el duelo que termina a los siete días. La neblina se levanta
un poquito. Durante la semana de duelo, denominada “Shivá”, los dolientes no salen de la casa, se sienten en el piso o
en sillas bajas. El golpe es duro. Los amigos vienen a la casa para los rezos y
así hacen posible la recitación del Kádish.
Es un favor para el alma del fallecido que se realicen los rezos en su casa, si
es posible. Es recomendable asumir – en la semana de Shivá - la fundación de algún proyecto de beneficencia en mérito
del fallecido.
Al
terminarse la semana de Shivá, los
dolientes vuelven a la rutina de la vida.
Hay ciertas costumbres que se aplican hasta completarse el mes, conocido
como el Shloishim.
El Kadish
El Kadish es una plegaria que no menciona
nada de la muerte; simplemente reafirma que se agrande y que se consagre Su
gran nombre, pidiéndole a D-os el bienestar para toda la humanidad.
Es la
humilde aceptación y reconocimiento de la soberanía de D-os. Se recita durante
11 meses y luego cada año en el aniversario del fallecimiento.
Matzeivá
Se
acostumbra colocar una lápida para marcar el lugar de sepultura. Tiene una
doble función: 1) honrar el lugar de descanso del fallecido; 2) inspirar a
quien pasa por ahí y se acuerda de la vida vivida. Las letras talladas en la
misma deben contener el nombre hebreo del fallecido y el de su padre. Hay
quienes agregan versículos de la Torá o textos que expresan lo resaltable de la
vida de quien yace allí.
Visitas al Cementerio
Aunque se
va desprendiendo cada vez más, el alma sigue siempre ligada a su cuerpo. Se
acostumbra visitar al cementerio en ocasiones especiales para pedir a las almas
de quienes yacen ahí para que intervengan ante el Trono celestial a favor de
uno. Se acostumbra también invitar a los ancestros a los casamientos de sus
descendientes.
Hay quienes
tienen la costumbre de dejar una piedrita en la tumba como señal de respeto. No es una costumbre judía dejar flores
ni en el entierro ni en visitas posteriores.
Concluyo
con el deseo de que merezcamos pronto la llegada del Mashíaj y el posterior reencuentro
con todos aquellos seres queridos que hoy no están con nosotros físicamente.
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