martes, 23 de octubre de 2012

El ser Judío



El ser Judío



Preceptos y Conceptos del Judaísmo


Por el rabino Eliezer Shemtov


Entre las preguntas más importantes del judaísmo contemporáneo es la de la identidad judía: ¿quién es judío? y ¿qué quiere decir serlo?

Antiguamente no hubo mucha duda al respecto. Tanto los judíos como los que no lo eran tenían muy claro que ser judío quería decir ser descendiente de Avraham, Isaac y Jacob y - por lo tanto - integrante del pueblo judío quienes vivían de la manera delineada en la Torá y Halajá.

Fue recién luego de la aparición del iluminismo, cuando Napoleón le abrió al judío las puertas de la sociedad no judía, que, frente a la posibilidad de elegir entre adherirse a las tradiciones judías milenarias y abandonarlas, surgieron nuevas definiciones y dudas en cuanto a qué quería decir ser judío.

Analicemos el tema desde su aspecto histórico, legal y místico.

Histórico

El proceso del nacimiento del pueblo judío culminó al recibir la Torá. Ese fue el acontecimiento transformador del pueblo judío. Hasta ese momento fueron simplemente “hebreos” o “israelitas”, individuos que suscribían a la misma filosofía (del monoteísmo). A partir de ese momento al pie del Monte Sinaí, cuando todos los presentes se transformaron en integrantes del pueblo judío, el que naciera de madre judía sería judío en forma automática. El que no nació judío y quisiera serlo, debería pasar por el mismo proceso por medio del cual el pueblo judío pasó para convertirse en tal: 1) la circuncisión (en caso de un varón); 2) la sumersión en un cuerpo de agua natural, denominado “Mikve”; 3) aceptar cumplir con toda la Torá, “Naasé Venishmá”, (los tres pasos realizados delante de un tribunal rabínicio habilitado para tal fin).

Si bien esto define quién es judío según la ley judía o Halajá, queda por analizar qué implica ser un judío. Buscaremos la respuesta en dos partes: 1) el Talmud o Halajá para encontrar las implicancias prácticas y 2) la Kabalá y el Jasidismo para encontrar la respuesta más esotérica y espiritual.

Desde el punto de vista práctico, ser judío implica tener un pacto especial con D-os. Todos estuvimos física o espiritualmente presentes en el Monte Sinaí cuando el pueblo judío entró en dicho pacto. Es un pacto heredado biológicamente de generación en generación. El pacto consiste básicamente en ser Or Lagoim o una Luz para las Naciones, o como lo define Rabi Iehudá Halevi en su libro filosófico El Kuzari: el “corazón” de la humanidad, cuya tarea es bombear sangre oxigenada a todos los demás. Lo que destaca al pueblo judío es su ejemplo de dedicación incondicional a servir a D-os y a difundir Su presencia.

Para cumplir con tal fin, D-os nos dio 613 preceptos que sirven para transformar una vida humana en una vida Divina. El fundamento de dichos preceptos va más allá de la lógica humana; es una lógica Divina, si se quiere. Al vivir nuestra vida conforme a estos preceptos transformamos nuestra vida en un vehículo que plasma la voluntad Divina en el plano terrenal. No hay judío que esté excluido de dicho pacto. Uno no es judío porque cumpla con los preceptos, sino lo contrario: tiene el deber de cumplir con los preceptos debido al hecho que es judío.

Y ¿Qué pasa con el libre albedrío?

¿Qué pasa si no me interesa cumplir con el pacto?

Uno tiene el libre albedrío para decidir cumplir o no con los preceptos; no tiene el libre albedrío para decidir si tiene o no la obligación de cumplir con ellas. Uno tiene el libre albedrío para decidir cruzar o no la calle con luz roja; no tiene el libre albedrío para decidir su legalidad o las posibles consecuencias....

La conversiones “light”

El proceso para convertirse en judío es muy sencillo y funciona siempre y cuando uno la haga con honestidad. Según la Halajá no hay “descuentos”. No existen conversiones “light” y quiero explicar por qué.

Si bien el que es judío de nacimiento no puede desjudaizarse y siempre será judío ante la ley judía por más que no crea ni cumpla nada, no es el caso cuando de conversión se trata. Para convertirse en judío uno debe asumir cumplir con todo lo que marca la ley.

¿Por qué?

Sin ir muy lejos, vemos que si uno nació uruguayo, será uruguayo hasta el final de sus días, independientemente de su conducta. En cambio, si uno quiere asumir la ciudadanía uruguaya, es imprescindible que acepte a respetar la Constitución en su totalidad. Si dice estar de acuerdo con toda la Constitución menos una cláusula, se le dice: anda a buscar la ciudadanía de un país cuya constitución te agrade. Nuestra Constitución es una sola y la misma para todos.

No le ayudará señalar el hecho que hay muchos uruguayos de nacimiento que no respetan la ley y aun así están considerados uruguayos con plenos derechos...

La Neshamá

Pasemos ahora a la faceta espiritual del tema: el alma judía o Neshamá.

Según las enseñanzas místicas judías, cada ser creado tiene un alma con características determinadas. El “alma” viene a ser la energía Divina que hace funcionar al que la posee.

La característica especial del alma judía es su capacidad de abnegación total frente a la voluntad Divina. Puede que haya muchos judíos que no reconozcan poseer esa característica, profesan ser “no creyentes”, pero no cambia el hecho que, en su fuero más íntimo, la poseen. Es por medio del estudio de la Torá que dicha alma se nutre y es por medio de las Mitzvot que encuentra su expresión.

Cuando uno quiere convertirse en judío, quiere, en otras palabras, poseer dicha alma y vivir una vida conforme a sus características y necesidades.

Nuestros sabios comparan al converso con un niño recién nacido. La idea básica es que, igual que el niño recién nacido, empieza una nueva vida. Pero, en realidad, contiene una implicancia más profunda. El niño recién nacido hace nueve meses que existe. Lo que distingue el minuto antes y después de nacer es que antes no es un ser independiente, mientras que después de nacer es una criatura totalmente funcional e independiente. Algo parecido ocurre con la conversión. Antes de convertirse el converso tiene un alma judía en estado “embriónico” que lo empuje a “nacer” y transformarse en un judío pleno.

Dicho proceso puede ocurrir siempre y cuando uno realmente quiere asumir el pacto que D-os hizo con el pueblo judío, en otras palabras: cumplir con el judaísmo en su totalidad, y realizar el proceso de conversión de acuerdo a Sus criterios. Si no le interesa asumir dicho pacto, ¿en qué y para qué convertirse?


Publicado originalmente en el Semanario Hebreo

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