viernes, 28 de diciembre de 2012

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Propósito de la Vida



El Propósito de la Vida

Por el rabino Eliezer Shemtov

Dedicado a la memoria de mi suegro, Rabino Hirsch Chitrik, A”H,
en ocasión de su primer Iortzait.

La pregunta más importante que uno puede, sin duda, hacerse es: ¿Para qué existo? ¿Cuál es el propósito de mi existencia?

Antes que nada hay que aclarar que estas preguntas las puede hacer solamente el que cree en un creador, ya que si no hay creador y el mundo es el resultado de un accidente cósmico y el nacimiento es el resultado de un accidente biológico, ¿cómo puede pensar que hay siquiera un propósito? Sólo puede pensar en un propósito el que cree en un Creador ya que implica que hay una razón por la cual ha creado el mundo en general y al individuo en particular.

Es por eso que la respuesta a esa pregunta se puede encontrar únicamente en las propias palabras del Creador. Cualquier otra respuesta sería basada puramente en la especulación.

Veamos qué dice la Torá al respecto.

La Torá nos dice que D-os nos dio Sus preceptos para que vivamos por medio de ellos[1]. O sea, el objetivo es que vivamos y la manera más plena de vivir es cumpliendo con los preceptos Divinos.

Para entender esto hay que entender primero el concepto de “vida”. ¿Qué define si algo vive o no?

Cuatro niveles de vida

De hecho encontramos cuatro niveles de vida: 1) mineral; 2) vegetal; 3) animal; 4) ser humano. La “vida” mineral consiste en simplemente existir. La vida vegetal se manifiesta en el crecimiento. La vida animal se define por el movimiento. La vida humana se define por el autodominio. Si el hombre sigue sus instintos sin controlarse, consideramos que está viviendo como un animal. Si está en coma, decimos que está en un estado vegetal. Vida humana es cuando uno vive y actúa de acuerdo a sus convicciones y no simplemente de acuerdo a sus instintos.

Dentro de la categoría de vida humana, hay una manera específica de vivir que empezó con nuestro patriarca, Avraham. Lo que destacó a Avraham de otros monoteístas que lo antecedieron es que dedicó su vida a difundir el conocimiento de la existencia de D-os. O sea, no se conformó con saber que D-os existe y creer en  Él, sino que dedicó toda su vida a la difusión del conocimiento de D-os y la fe en Él . Estuvo al servicio entero de su Creador. Esa dedicación y abnegación total a D-os fue transmitida por herencia a sus descendientes.  Esa es la definición de vida judía: vivir totalmente al servicio de D-os.

¿Cómo es una vida dedicada al servicio de D-os? ¿Hay que pasar todo el tiempo en la sinagoga estudiando Torá y rezando? ¿Hay que ignorar al mundo moderno y vivir en el pasado?

El que tiene estas dudas es porque no entiende el concepto judío de servir a D-os. Para el judaísmo servir a D-os no implica apartarse del mundo material y natural, sino todo lo contrario: descubrir dentro del mundo material su potencial y propósito Divino. Después de todo, el mundo material no es una contradicción a D-os; es una creación Divina y puede y debe ser utilizado para servirLo.

De hecho, servir a D-os por medio de la ocupación con el mundo material es posible que uno logre una conexión con D-os más profunda que la obtenida por medio del estudio de la Torá y la plegaria.

Veamos por qué.

La experiencias de Isajar y Zevulun

Entre las bendiciones con las cuales Moisés bendijo a las doce tribus de Israel antes de fallecer, encontramos la siguiente[2]: “Alégrate, Zevulún, con tus salidas e Isajar en tus tiendas.” La tribu de Zevulun se dedicaba a viajar por comercio mientras que la tribu de Isajar se dedicaba al estudio y enseñanza de la Torá. Hay que entender, entonces, ¿por qué nombró a Zevulun antes de Isajar? Además, Zevulun era menor que Isajar. Tanto por las edades de sus progenitores como por sus ocupaciones, ¿no había que bendecir a la tribu de Isajar antes que a la tribu de Zevulun?

Una explicación es que si bien Isajar, que se dedicaba todo el día al estudio de la palabra de D-os, escuchaba la voz Divina más que Isajar, fue Isajar, dedicado al comercio, quien veía la mano de D-os constantemente. Veía como el éxito material no dependía de la astucia de uno, sino de la bendición de D-os.

Hay muchas oportunidades para servir a D-os por medio del comercio. Trabajar con  honestidad, separar el diezmo de las ganancias para fines caritativos, prestar dinero al que necesita y cerrar el negocio en Shabat, son algunos ejemplos de cómo servir a D-os por medio de la actividad comercial.

Así que la dedicación a D-os no excluye la diversidad de actividades humanas, sino que las incluye a todas. Es por medio de cada actividad profesional y comercial que uno puede encontrar la manera de utilizarla para servir a D-os.

Misiones Específicas

Ahora, bien. ¿Cómo sabe uno cuál es su misión de vida específica?  

Hay varias maneras para darse cuenta.

Para empezar, siendo que no hay casualidad sino causalidad, el hecho que uno se encuentre en una situación determinada ya es una señal que tiene algo para hacer ahí. Claro está que tiene que recurrir a la Torá para saber qué es lo que D-os quiere de uno en una situación así.

Cuando uno tiene varias oportunidades para hacer el bien, ¿cómo hace para elegir? Extrañamente, la respuesta es que lo que le resulta más difícil es seguramente lo que más importa que haga. Debido a la importancia de la tarea es que uno encuentra tanta resistencia para hacerla.

Cuanto más importante es lo que uno debe hacer, tanta más resistencia encontrará. Inversamente, al ver la resistencia que uno siente, puede darse cuenta de eso mismo que es realmente importante que haga la tarea.

Adán y Eva

Encontramos esa idea también al principio de la historia. Cuando D-os les prohibió a Adán y Eva comer del Árbol de Conocimiento, no aguantaron y trasgredieron. ¿Era tan difícil aguantarse y no comer de un árbol específico? ¡Tenían a todo el mundo para disfrutar! Si hubiesen aguantado, hubiesen llevado al mundo a su perfección y  se hubiese iniciado la era mesiánica, según el plan Divino inicial. Fue debido a la gran importancia de cumplir con el mandato que encontraron tanta dificultad en cumplirlo hasta que finalmente sucumbieron.

Y aquí estamos, cumpliendo nuestra misión de vida según el “Plan B” Divino. El perfeccionamiento del mundo depende ahora de nosotros.


Publicado originalmente en el Semanario Hebreo



[1] Levítico, 18:5
[2] Deut., 33:18

jueves, 20 de diciembre de 2012

El Ayuno del 10 de Tevet




El Ayuno del 10 de Tevet

Por el rabino Eliezer Shemtov

El próximo domingo 23 de diciembre es el ayuno de Asara Betevet, o el 10 de Tevet. Es un ayuno que comienza con la suba del alba y termina de noche con la salida de tres estrellas medianas.

El ayuno de Asara Betevet, o el 10 de Tevet, conmemora el sitio de Jerusalén en el año 425 A.E.C. por medio de Nebucodonosor, Rey de Babilonia. Dicho sitio terminó treinta meses después en la destrucción del primer Templo de Jerusalén, seguida por 70 años del exilio babilónico.

¿A qué se debe que se haya seleccionado dicho episodio para ser conmemorado entre los cuatro ayunos establecidos por los profetas para conmemorar la destrucción de Jerusalén?

La respuesta se puede hallar en la expresión que encontramos en el libro de Ezequiel# con respecto al sitio: “Y D-os me habló en el noveno año, en el décimo mes en el décimo día, diciendo: hijo de hombre, escríbete el nombre del día, en medio de este día el rey de Babilonia sitió a Jerusalén, en pleno día.”

La palabra hebrea por “sitió” que emplea el versículo es “Samaj” que también tiene la connotación de “apoyar”. O sea, se puede entender el significado del versículo también como “el rey de Babilonia apoyó a Jerusalén”.

¿Qué significa el hecho de  que la misma palabra implique dos cosas tan opuestas?

La función de un sitio es impedir la entrada hacia y la salida de una ciudad. ¿Es esto positivo o negativo?

Depende.

Si impide a lo positivo para que no entre y a lo negativo para que no salga, es negativo. Si impide a lo positivo para que no salga y a lo negativo para que no entre, entonces sería positivo.

El sitio a Jerusalén obligó a sus habitantes  a estar unidos entre sí. Si hubiesen aprovechado la unión impuesta para cultivar una unión genuina, no habría fuerza en el mundo que los hubiese podido dominar.

Me viene a la mente una experiencia que tuve hace unos años viajando desde Sydney, Australia hacia Los Ángeles. Tuvimos que hacer un aterrizaje forzoso al llegar a Los Ángeles gracias a que el mecánico en Sydney había dejado su linterna en el tren de aterrizaje delantero y al despegar y guardar el tren, se trancó por lo que no bajaba al llegar a Los Ángeles. Se pueden imaginar el pánico de parte de los pasajeros cuando nos avisaron del tema y nos dieron instrucciones en cuanto a cómo prepararnos para el aterrizaje y la salida por los toboganes. Si bien al subir al avión y durante el vuelo éramos todos seres extraños con poco o nada en común, en ese momento se forjó una conexión especial entre todos. Todos estábamos en el mismo peligro. Todos éramos “sobrevivientes”. A partir de ese momento todos compartíamos algo especial. El “sitio” nos unió…

¿Recordar o corregir?

El hecho de que todavía estamos en exilio con el Templo de Jerusalén en ruinas, es prueba de que todavía no arreglamos la causa que llevó a la destrucción, ya que al remediar la causa, automáticamente se arreglarían las consecuencias.

¿Por qué ayunar?

Ahora que entendemos la gravedad de la discordia y la importancia de la armonía, cabe explicar por qué ayunamos. ¿Por qué no dedicar el día simplemente a fortificar los lazos con los amigos y con los no tan amigos? ¿Qué ganamos con ayunar?

El ayuno es una de las herramientas de la Teshuvá o retorno a D-os. Una de las causas que lleva a que el hombre se olvide de su humanidad y razón de ser en el mundo es su sometimiento y dependencia de lo material. Cuando, como el animal, su vida gira en torno a sí mismo y a sus placeres, se acostumbra a pensar que siempre existió y siempre seguirá existiendo. No cuestiona su razón de ser.

El ayunar ayuda a conscientizarnos de la vulnerabilidad y fragilidad de la vida; que nuestro estado de ser natural es en realidad la no existencia. Que existimos gracias a la fuerza creadora y vitalizadora que nos hace existir y que debemos utilizar nuestra existencia para lograr algo más allá que simplemente satisfacer las necesidades de nuestra existencia. Debemos cumplir con la misión por la que hemos sido creados.

Siendo que lo que nos divide y separa es el cuerpo y lo que nos une es el alma, o sea lo que nos separa son los intereses personales y lo que nos une son los objetivos comunes, al pensar en el por qué y para qué de la vida, nos ayuda a acercar y unirnos con el prójimo.

Imaginemos dos empresas. En una de ellas cada uno de los que trabajan ahí piensa en sus logros y beneficios personales y utiliza la empresa para sus fines. Podemos imaginar la competencia y tensión negativa que reina. Contrastemos esto con una empresa en la que todos los empleados comparten y creen en el objetivo de la empresa y trabajan ahí porque quieren que el objetivo de la empresa triunfe. Es más natural que cada uno apoye al otro para lograr el bien común.

El ayunar, acompañado de las plegarias y lecturas bíblicas especiales del día, nos ayuda a realinear nuestra atención hacia el alma y sus objetivos altruistas.

Jerusalén: Temor a D-os

La palabra Ierushalaim tiene muchas connotaciones. Una de ellas es la combinación de dos palabras hebreas: Irá Shleimá, o temor perfecto. La idea es que en Ierushalaim uno nutre su temor a D-os#.

Cuando uno llega a Ierushalaim como corresponde, su alma se nutre de tal manera que su vínculo con D-os se vuelve totalmente puro y desinteresado.

Hoy en día

El 10 de Tevet conmemora el día en el cual se sitió a Jerusalén, terminando en su eventual destrucción. Hoy vivimos en un mundo donde el “temor completo” a D-os es “sitiado”, cuestionado y hasta burlado. Debemos estar consciente de ello y fortificarnos internamente para no sólo resistir, sino también conquistar el mundo que nos rodea.


Publicado originalmente en Semanario Hebreo

lunes, 17 de diciembre de 2012

La Justicia Divina




La Justicia Divina

Por el rabino Eliezer Shemtov

Para muchos es difícil aceptar que D-os es el responsable último por todo lo que pasa en el mundo, ya que hay tanta injusticia aparente. ¿Es lógico pensar que un ser omnipotente y justo permita que ocurran atrocidades? ¿No será que D-os o no es justo o no es omnipotente o siendo justo y omnipotente no se mete en lo que pasa aquí en la tierra?

Nuestros sabios indican (
Talmud, Berajot 54a, 60b) que hay que bendecir a D-os por lo “malo” de la misma manera que uno bendice por lo bueno. O sea, D-os es el responsable último de todo lo que sucede. Pero, ¿cómo se explica?

Dos tipos de beneficio

El jasidismo nos ofrece la siguiente explicación.

Hay dos tipos de beneficio: 1) el beneficio obvio; 2) el beneficio oculto. El beneficio oculto, incomprendido por el hombre, es superior al beneficio obvio que puede apreciarse por la mente humana limitada.

El ejemplo sencillo es el niño que prefiere un caramelo en lugar de una vacuna. Para el niño la vacuna es un sufrimiento. No entiende cómo sus padres permiten que lo pinchen. Para un adulto, empero, es obvio que la vacuna le hace un bien mayor que el caramelo. Es un bien que trasciende el alcance de la mente de un niño, pero esto justamente implica un bien superior al bien que puede entenderse por la mente de un niño.

En otras palabras, las cosas pueden parecer malas desde nuestra perspectiva humana limitada. Bendecimos a D-os para expresar que aceptamos que Su decisión es para nuestro beneficio, aunque no entendamos cómo lo es.

Moisés y las tres “injusticias”

El midrash cuenta que un día Moisés estaba en el desierto, descansando detrás de unos arbustos, cerca de un oasis. De repente vio llegar un viajero que se asomó a la fuente para tomar agua y al agacharse se le cayó su bolso de dinero. No se dio cuenta y siguió su camino.

Al rato llega otra persona a tomar agua. Encuentra el dinero, se lo lleva y se va.

Llega una tercera persona a tomar agua y se acuesta a descansar en la sombra de los árboles.

Mientras tanto el primero se da cuenta que había perdido su dinero y vuelve al oasis a buscarlo. No lo encuentra y acusa al hombre que estaba descansando. El hombre negó haberlo encontrado. El primero no le cree, se enoja y lo mata.

Moisés levanta sus ojos al cielo y dice: ¡Amo del universo! ¿Dónde está la justicia?

D-os le responde: Te voy a explicar el tema esta única vez.

El dinero que el primero perdió no era suyo. Lo había heredado de su padre quien, a su vez, lo había robado.

El segundo fue el de quien el padre del primero lo había robado. Hoy le devolví lo suyo.

¿Y el tercero?

El tercero fue el asesino del padre del primero. El hijo hizo la justicia, sin saberlo.

Vemos de esta historia que realmente no podemos juzgar la justicia únicamente en base a  lo que nuestros ojos ven. Está en nosotros aceptarlo y reconocer la justicia suprema e infalible del Creador del Universo, aún sin entenderla.

(Para los escépticos: no importa si realmente fue así; el punto es que no tenemos cómo saber qué es lo que no sabemos y por lo tanto no podemos juzgar si algo es justo o no.)

Si tu fueras D-os

Cuentan de tres sabios jasídicos que estaban conversando entre sí cómo crearían al mundo si fueran D-os.

Cada uno dio su idea de cómo crear un mundo mejor. Cuando le tocó a Rabí Schneur Zalman opinar, dijo: si yo fuera D-os crearía al mundo tal cual Él lo creó.

O sea, desde el punto de vista humano limitado hay muchas cosas cuyo beneficio no entendemos, pero confiamos en que D-os, desde Su perspectiva, lo ve de una manera más acertada.

Todo es para bien

El Talmud (
Berajot 60b) nos cuenta de Rabí Akiva que decía siempre “Todo lo que D-os hace es para bien”. Un día estuvo de viaje y quiso entrar a la ciudad para trasnochar. Ya habían cerrado los portones y no lo dejaron entrar. Se vio obligado a dormir en el campo. Al rato vino un viento y le apagó su linterna. Vino un gato y le comió el gallo. Vino un león y le comió el burro. A la mañana fue a la ciudad y vio que durante la noche la habían asaltado. “Eso es lo que digo siempre,” dijo. “¿No ven que todo lo que D-os hace es para bien?”. Si lo hubiesen dejado entrar a la ciudad, lo hubiesen asaltado también. Y si hubiesen visto la linterna en el campo u oído al gallo o al burro, lo hubiesen encontrado (Rashi, ibid 61a).

Si bien no siempre vemos en seguida el beneficio de lo que parece ser algo negativo, el hombre de fe acepta que todo es para bien, aunque no vea por qué.

¿Entonces qué?

¿Qué conclusión sacamos de todo esto? ¿Hay que aceptar pasivamente todo lo que ocurre en nuestra vida y en nuestro derredor?

Para nada. Cuanto más uno cree en D-os tanto más reclama la justicia y lucha contra las injusticias, ya que si no cree en D-os ¿a quién se va a quejar por “injusticia”? Como encontramos con el “padre de los profetas”, Moisés: cuando D-os le informó que pensaba destruir al pueblo judío por el Becerro de Oro que habían confeccionado apenas cuarenta días después de haber escuchado en el Sinaí la orden de no crear otros dioses, Moisés reaccionó rogándole a D-os para que perdonara al pueblo judío y en caso contrario que lo borrara de Su libro. No aceptó el plan Divino así nomás. Si D-os es el responsable último de todo lo que ocurre en el mundo, quiere decir que puede cambiar lo planificado y alterar el curso previsto de las cosas. A veces hace una “injusticia” para que no nos quedemos indiferentes y hagamos algo al respecto, o por lo menos reclamar.

Justificación del sufrimiento

Nuestros sabios explican que el único sufrimiento que se puede y debe justificar es el de uno mismo. Jamás debe uno justificar el sufrimiento de otro. Hacerlo sería cruel. El no justificarlo no implica ir en contra de la voluntad de D-os; todo lo contrario. D-os quiere ver que nos importa el dolor del otro al punto de reclamar su alivio.

La realidad actual

Hace unos dos mil años que estamos en el exilio. No tenemos el Beit Hamikdash en su lugar y no nos dejan vivir en paz. Hemos pasado por muchas persecuciones y hasta el día de hoy, nuestros hermanos en Israel como también en otras partes del mundo se ven amenazados continuamente.

¿Cómo debemos reaccionar?

Además de tomar las mejores medidas de protección, no debemos conformarnos. Debemos saber que las cosas deben y pueden ser diferente e implorarle a D-os para que nos mande el Mashíaj ya!


Originalmente publicado en el Semanario Hebreo

domingo, 9 de diciembre de 2012

A pocos metros del Templo, un mensaje de Janucá


No hay nada más imporatente en el judaísmo que la paz.

Un mensaje de Jánuca desde Jerusalén.

Compartido por Bentzy Shemtov.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Janucá


Janucá

Por el rabino Eliezer Shemtov

El próximo sábado de noche se prenderá la primera vela de Janucá. Durante las siguientes siete noches se prenderá cada noche una cantidad de velas mayor, hasta prender, en la última noche, las ocho velas de Janucá.

La festividad de Janucá fue instituida en el año 3.623 (138 a.e.c) por medio de Iojanán el Kohen Gadol junto a sus contemporáneos del Sanhedrín.

Veamos de qué se trata la festividad de Janucá, qué se conmemora y cuáles son sus enseñanzas para nosotros hoy en día.

Historia

Fue durante la época que los sirios, bajo el reinado de Antíoco, dominaban la tierra de Israel, que los helenistas, en colaboración con los sirios, buscaban erradicar la fe y prácticas religiosas judías en la tierra de Israel. Abolieron los servicios en el Templo de Jerusalén, impusieron penas graves por el cumplimiento de las leyes de la Torá, especialmente las relacionadas con Shabat, Brit Milá y matrimonio.

Fue en esa época que ocurrió el episodio de Janá y sus siete hijos quienes optaron por dejarse matar en vez de renegar de su fe en D-os.

Luego de años de opresión, en el año 3.621 (140 a.e.c.) Matitiahu el Kohen Gadol y sus cinco hijos (Iojanan, Shimon, Iehuda, Elazar e Ionatan) encabezaron una rebelión en la ciudad de Modiín, que rápidamente  se expandió por todo el territorio de Israel. El detonante que la provocó fue el deseo del comandante sirio de estar con la hija de Matitiahu antes de su casamiento.

Luego de un año del liderazgo de Matitiahu y muchas batallas exitosas en contra de los sirios, falleció y su hijo, Iehuda, tomó su lugar.

Ese pequeño grupo se había transformado en un movimiento nacional. Finalmente lograron controlar el Templo de Jerusalén al cual entraron el 24 ó 25 del mes de Kislev, de ahí el nombre “Janucá” que quiere decir “descansaron el 25”.

Se encontraron con una escena devastadora. Los sirios habían violado el Templo, erigiendo estatuas por doquier. Habían impurificado todo el abastecimiento de aceite de oliva ritual, necesario para encender la Menorá. Finalmente, encontraron una pequeña vasija de aceite de oliva con el sello del Kohen Gadol intacto, indicando que su contenido era ritualmente puro y apto para ser utilizado para encender la Menorá. Tenía cantidad suficiente para durar una sola noche y tardarían ocho días en conseguir un nuevo abastecimiento de aceite ritualmente puro. Prendieron la Menorá con el aceite hallado y, milagrosamente, ardió ocho días hasta que pudieron reponer el aceite.

Al año, instituyeron la festividad de Janucá por ocho días para recordar el milagro del aceite que duró ocho días en lugar de uno sólo.

Macabi

Iehuda y sus hermanos se llamaron “Macabim”. Macabi significa “martillo”, pero también forma las siglas de las cuatro palabras Mi Kamoja Bakeilim Hashem, o sea “¿Quién es como Tú, entre los dioses, Hashem?” El secreto de la motivación y fuerza de los Macabeos fue su fe absoluta en D-os.

Leyes y enseñanzas

Se prende la Menorá al anochecer, preferiblemente en la puerta de la casa que da hacia la calle o en una ventana que da hacia la calle, incrementando cada noche la cantidad de velas.

Lo que nos enseña es:

1)    Cuando uno se encuentra con “el anochecer”, momentos oscuros en su vida, debe entender que es una oportunidad para incrementar la luz.
2)    No alcanza con iluminar el interior de la casa de uno; uno debe preocuparse también por iluminar la calle, el mundo que nos rodea.
3)    Uno nunca debe conformarse con sus logros espirituales. Cada día hay que incrementar la cantidad de luz que uno irradia.

Beit Shamai y Beit Hillel

El Talmud documenta una discusión interesante entre la academia de Shamai y la academia de Hillel en cuanto a la cantidad de velas que hay  que encender cada noche. De acuerdo a la academia de Hillel, hay que prender una sola vela la primera noche e ir incrementando hasta llegar a prender ocho velas en la última noche. De acuerdo a Beit Shamai, empero, hay que prender ocho velas la primera noche de Janucá e ir disminuyendo la cantidad cada noche hasta prender una sola vela en la última noche de Janucá.

¿A qué se debe la discusión?

Una de las explicaciones es que se basa en una discusión más general entre Beit Shamai y Beit Hillel en cuanto al valor que tiene algo en estado potencial versus algo en estado realizado. De acuerdo a Beit Shamai, algo en estado potencial vale más que algo ya realizado. De acuerdo a Beit Hillel, vale más lo ya realizado. Así que la primera noche de Janucá hay, de hecho, una sola noche, pero potencialmente hay ocho. La segunda noche hay dos noches concretamente, pero hay siete potencialmente. Cada uno opina que hay que prender la cantidad de velas que refleja el valor mayor.

Hoy en día la ley es como la opinión de Beit Hillel, lo concreto vale, lo potencial está por verse. Uno no siempre llega a plasmar su potencial debido a muchas causas, principalmente debido a la propia pereza humana. Cuando el Mashíaj llegue, la ley será según la opinión de Beit Shamai, debido a que en ese momento  no habrá resistencia a la realización del bien y lo potencial se podrá considerar como una realidad.

El Sevivón

Es tradicional jugar con el Sevivón en Janucá. El sevivón (o “Dréidel” en Idish), es un trompo cuadricular que tiene cuatro letras grabadas en sus cuatro caras. Las letras son siglas de las palabras Nes Gadol Haiá Sham, o sea, un gran milagro ocurrió allá (en Israel).

El origen del sevivón es el siguiente. Cuando los sirios prohibieron el estudio de la Torá, los chicos salieron a los bosques con sus maestros a estudiar Torá, clandestinamente. Cuando aparecía algún inspector sirio, escondían  sus libros y sacaban sus trompos, simulando  que estaban simplemente jugando.

Una perspectiva kabalística

En las dos festividades instituidas por nuestros sabios, Janucá y Purim, hay un juguete tradicional. En Janucá tenemos el Sevivón y en Purim tenemos la matraca. Ambos se pone en movimiento por medio de un acto de girar. A la matraca se la gira desde abajo mientras que el sevivón se gira desde arriba. Esa diferencia expresa también la diferencia entre la naturaleza de los milagros de ambas festividades. Los Milagros de Purim parecieron acontecimientos naturales, girados desde “abajo”, mientras que en el caso de Janucá, cuando jugamos con el Sevivón, girado desde arriba, fue evidente que los milagros venían desde arriba.

Si necesita janukiot, velas o sevivonim, no dude en comunicarse con Beit Jabad. Por más información sobre Janucá véa www.jabad.org.uy/590188

Originalmente publicado en el Semanario Hebreo

jueves, 29 de noviembre de 2012

Una Noche en Ben Iehuda




Una Noche en Ben Iehuda

Por Lea Shemtov

Esta historia ocurrió un sábado de noche común y corriente hace poco.

Estaba sentada charlando con mis amigas en la calle de Ben Iehuda en Ierushalaim. Entre toda la gente que llenaba la calle, había muchos mendigos que caminaban y pedían dinero. Uno de ellos se me acercó, y moviendo su mano, decía "Tzedaká, Tzedaká...". Mi primera reacción no fue en darle, no tenía ganas. Pero al pensarlo otra vez, pensé: en realidad, ¿qué excusa tengo? No me cambia nada darle algunas monedas, y no tengo ninguna razón para no hacerlo. Saqué mi billetera y le di dos shekalim. El mendigo se puso feliz, y continuó su camino. Yo, también, me alegré, en darme cuenta que mi Mitzvá chiquita valió la pena.

De repente, se me acerca otro tipo, con unos veinticinco años, y me pregunta si hablaba inglés. Ya que no es mi cosa favorita hablar con extraños, le contesté, "¿Qué precisas?"

“No preciso nada,” dijo. “Y en realidad, tú vas a beneficiarte de esto.”

Yo tenía cero interes, y casi ni le presté atención a lo que me decía. Pero empezó a hablar, y me dijo:
“Vas a pensar que soy raro y loco, pero, en verdad, tengo algo interesante para contarte. Hace una semana dejé con mi novia y fue muy feo. Es por eso, que quiero deshacerme de todo lo que me recuerda a ella, incluso en el más mínimo. Yo le había comprado un regalo, pero no llegué a dárselo, y ahora, no sabía qué hacer con él. Pensé y pensé hasta que me decidí.  Me dije a mi mismo, ‘la próxima persona que veo dar Tzedaká, recibirá este regalo, porque él o ella se lo merecerá por su bondad.’ Estuve caminando por aquí, y, finalmente, encontré la persona con quien cumplir mi promesa. Eres tú.”

Cuando terminó de hablar, sonrió y puso una bolsa roja y arrugada con algo dentro, en mi regazo y se fue. Me asusté, entrenada como estamos de sospechar de cada paquete no identificado. Tiré el paquete y me levanté para irme a buscar un policía.

Se dio cuenta y volvió hacia nosotros. Levantó el paquete, abrió la bolsa y sacó una caja. En la caja había un flamante par de auriculares muy caros.

Si bien la noche empezó como una noche común y corriente, terminó siendo una de las experiencias más increíbles de mi vida. Sentí que D-os me estaba mandando un mensaje personal.

Sólo en Israel pasan estas cosas....

miércoles, 28 de noviembre de 2012

La Providencia Divina y el Libre Albedrío



La Providencia Divina y el Libre Albedrío


Preceptos y Conceptos del Judaísmo

Por el rabino Eliezer Shemtov 

Una de las preguntas interesantes que surge cada tanto es cómo se puede conciliar el hecho de que D-os dirige todo con el hecho de que el hombre es juzgado por sus acciones porque tiene el libre albedrío para elegir entre hacer el bien y hacer el mal.

En otras palabras: ¿Quién tiene la última palabra en cuanto a las acciones del hombre, D-os o el hombre?

Según las enseñanzas del Baal Shem Tov, la Providencia Divina controla absolutamente todo lo que ocurre en el mundo, hasta el acontecimiento más aparentemente insignificante como la caída de una hoja del árbol. Para D-os, que es infinito, no hay cosas grandes y cosas chicas; todo es igualmente significativo. A tal punto es el control que como consecuencia de ello se entiende que todo lo que uno ve o escucha contiene un mensaje para él o ella, ya que no existen las casualidades; es todo por causalidad. Si veo o escucho algo es porque D-os lo coordinó de esa manera. Quiere decir, entonces, que hay un propósito por el cual me hizo ver o escuchar lo que vi o escuché.

Nuestros sabios señalan que el que se enoja está considerado como si adorara ídolos (
Talmud, Shabat, 105b, Mishné Torá, Deot 2:3). ¿Por qué? Porque si me enojo con alguien por el daño que me causó estoy implicando que esa persona tiene un poder de decisión independiente de D-os. Sería una especie de idolatría atribuir fuerzas independientes a algo o a alguien fuera de D-os.

¿Qué hacemos entonces con el libre albedrío? Si no debo enojarme con alguien porque, en definitiva, no es el responsable último de mi sufrimiento, sino D-os, ¿debería ser pasivo y dejar que me agredan sin defenderme o buscar la justicia?

Antes que nada cabe señalar que la Torá nos encomienda defendernos ante el peligro, buscar curarnos en caso de enfermedad, D-os libre y guarde, y buscar restitución en caso de que alguien haya hecho daño personal o económico. El hecho de que todo viene de D-os no quiere decir que hay que aceptar todo pasivamente, sino que D-os nos manda situaciones aparentemente adversas para que intentemos corregir o superarlas. Pero hay que entender: Si D-os es Quien decide todo lo que sucede en el mundo, ¿qué responsabilidad tiene el hombre por sus acciones?

Una explicación interesante al respecto es la siguiente:

Si bien D-os define todo lo que pasa en el mundo, no define quién lo va a ejecutar.

O sea, hasta que D-os no decrete que uno debe perder $50, no hay nada ni nadie que lo puede hacer perder. Pero una vez que D-os decretó que fulano debe perder ese dinero, todos tienen ahora la posibilidad de elegir ser el instrumento por medio del cual el dinero se va a perder. El que roba está en infracción porque D-os nos prohibió robar, pero no es el causante de la pérdida, ya que si nadie hubiese optado por robarle los $50, los perdería por otro lado. Aún así, el damnificado tiene el derecho y obligación de recuperar por la justicia lo que es suyo, como mencionamos anteriormente.

¿En qué se basa esta explicación?

La Torá (
Génesis 16:7-20) nos cuenta cómo D-os hizo el Pacto entre las Piezas (Brit bein habetarim) con Avraham. Una de las cosas que le dijo en ese momento fue que sus descendientes iban a ser oprimidos durante 400 años por medio de un pueblo ajeno, y al finalizar ese período D-os juzgará al pueblo opresor y los judíos saldrán con mucha riqueza.

Cabe preguntarse: Si D-os ordenó que el pueblo judío debería ser oprimido por medio de los egipcios, ¿por qué juzgar y castigarlos después?

Una de las explicaciones es que si bien D-os decretó que el pueblo egipcio iba a oprimir al pueblo judío, no definió cuál egipcio específico iba a hacerlo. Cada egipcio que tomó parte en la opresión lo hizo porque eligió hacerlo por libre albedrío y por lo tanto era responsable por sus acciones. No podía eximirse diciendo que estaba simplemente “acatando órdenes”...

“¿A dónde vas?”

Otra manera de resolver la contradicción es que D-os lleva a cada uno a dónde puede y debe hacer algo y está en uno optar por cumplir su misión o no.

Cuentan de un judío que estaba en camino a la sinagoga una mañana, cuando el gobernador pasó en su carro, y le pregunta: ¿A dónde vas?

“No sé,” respondió.

“Guardias, ¡llévenlo a la carcel!” ordenó el gobernador.

Cuando llegó el juicio el gobernador explicó el motivo de su indignación. “Yo, el gobernador, te pregunto ‘¿a dónde vas?’ ¿y me contestas que no sabes? ¡Qué insolencia!”

“Le dije la verdad, su señoría. Yo estaba en camino a la sinagoga cuando de repente me encontré en la cárcel. Yo sabía a dónde quería ir, no sabía a dónde iba...”  

La Omnisciencia Divina

Hay otra pregunta relacionada al tema: Si D-os sabe todo lo que va a pasar en el futuro, ¿no implica esto que el hombre ya está “preprogramado” y no puede elegir, ya que si pudiera elegir, cómo sabe D-os con certeza qué va a elegir llegado el momento de decisión?

El Rebe explica el tema de la siguiente manera.

El saber de antemano no afecta la decisión posterior. Imaginate alguien que puede ver el futuro y ve lo que alguien va a decidir. Esto no afecta su poder de decisión. Del mismo modo, saber lo que uno va a elegir no impide su libertad de acción. En términos científicos podríamos decir que lo opuesto al libre albedrío no es el conocimiento previo, sino la compulsión, ya que el conocimiento no implica compulsión, como vemos con el conocimiento del pasado, y no influye en el libre albedrío.

También hay que tomar en cuenta que D-os está por encima de los límites del tiempo. Para Él, el pasado, presente y futuro es todo uno. Para D-os, ver el futuro es como para nosotros ver el pasado. Así como saber lo que pasó no afecta lo ocurrido, del mismo modo saber lo que pasará no lo afecta.

¿Por qué Le importa?

Si D-os es Todopoderoso, ¿por qué nos pide que hagamos determinadas cosas? ¿En qué Le cambia? ¿Acaso necesita nuestra ayuda? ¿No puede hacer lo que quiere solo?

Una de las respuestas es que el motivo por el cual D-os creó al mundo fue para generar bondad. Es posible hacer bondad únicamente si hay algún otro con quien hacerla. La mayor bondad que puede hacerse para con alguien es darle utilidad. D-os nos pidió una cantidad de cosas para que podamos ser útiles.

En otras palabras, D-os quiso “necesitar” nuestro aporte. D-os creó la materia prima y nos dio el mandato de desarrollarla y utilizarla para el fin por el cual la creó. Cuando cumplimos con Su pedido nos transformamos en Su socio en la Creación.

Así que, ¡manos a la obra!


Originalmente publicado en el Semanario Hebreo

domingo, 25 de noviembre de 2012

La situación en Israel


¿Qué dice la torá acerca de la actual operación militar en Gaza?

Compartido por Bentzy Shemtov.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Yíjud



Yíjud[1]

Preceptos y Conceptos del Judaísmo
Por el rabino Eliezer Shemtov

Muchos creen que la ceremonia de la Jupá termina cuando el novio rompe el vaso en recordación de la destrucción del Templo de Jerusalén. En realidad, hay un paso más que se da luego de salir de  la Jupá, lejos del público, pero delante de dos testigos. Ese paso por medio del cual se finaliza la formalización del matrimonio está denominado: Yíjud. Yíjud quiere decir “encierre”. El novio y la novia entran a solas a un cuarto, cierran la puerta con llave y permanecen adentro durante unos minutos.

¿A qué se debe?

Según las normas halájicas está prohibido que un hombre y una mujer se encuentren en un espacio cerrado a solas, salvo si son cónyuges, hermanos[2], padres con hijos o abuelos con nietos.

Originalmente, la prohibición se aplicaba únicamente a un hombre y una mujer que no les estaba permitido casarse entre sí, como, por ejemplo, un hombre y una mujer casada con otro. En la época del rey David, a raíz de las circunstancias que llevaron a la violación de Tamar por medio de Amnón, el Sanhedrín amplió la prohibición para incluir también a los solteros.

Al encerrarse en un espacio privado delante dos testigos los novios manifiestan que están casados.

Tres motivos

Hay tres motivos por la prohibición de Yíjud:

  1. Para evitar que la relación se descontrole, tanto por seducción como por violación;
  2. Para evitar la sospecha de impropiedad;
  3. Estar a solas en un lugar inaccesible a los demás en sí ya es un acontecimiento íntimo prohibido, aun sin llegar a mayores.

¿No será algo exagerado prohibir que un hombre y una mujer estén a solas? ¿No se confía en la disciplina personal y en los valores de la gente? Y si son religiosos, ¿no alcanza con su temor a D-os para evitar la transgresión?

La Torá conoce muy bien la naturaleza humana y respeta la fuerza que tienen sus instintos.

Nuestros sabios ya declararon en el Tamud[3] hace miles de años: Ein Apotropos Learaiot, o sea que no hay ninguna garantía personal contra el instinto sexual. Hasta los sabios más grandes y de carácter intachable respetaron y respetan las normas de Yíjud.

El Talmud trae varias historias para demostrar como nadie puede considerarse inmune, entre los cuales compartimos la siguiente[4]:

Hubo un grupo de mujeres jóvenes que fueron rescatadas de cautiverio. Fueron llevadas al altillo de Amram Jasida y sacaron la escalera para que nadie tenga acceso a ellas.

Pasó Amram Jasida y justo pasó por la ventana una de ellas cuya cara iluminó la casa. Quiso subir (a seducirla). Agarró la escalera y a pesar de que normalmente se precisaba diez hombres para moverla, la corrió solo. Cuando estaba por la mitad de la escalera recapacitó y empezó a gritar: “¡Hay un incendio en lo de Amram!”.

Vinieron sus colegas a ayudarlo a apagar el incendio y vieron de qué se trataba (que estaba refiriéndose al incendio en su corazón).

“Nos avergonzaste,” dijeron.

“Más vale pasar vergüenza en este mundo, que pasarla en el mundo venidero.”

Históricamente

Un ejemplo muy conocido de las consecuencias de Yíjud está en la propia Torá. En la historia de Iosef (José) leemos que llegó a la casa de sus patrones cuando solamente la esposa de su patrón estaba. Ella lo quiso seducir y logró escaparse de sus manos. De todas maneras ella lo acusó de haberla violado y como consecuencia Iosef fue llevado preso. Nuestros sabios nos enseñan que, de hecho, Iosef estaba a punto de ceder a ella cuando vio la cara de su padre, Iaakov, y esto le dio la fuerza para poder vencer a su instinto y escapar.

En la actualidad

En los EEUU hay un escándalo ahora con quien fuera hasta hace muy poco uno de los generales más importantes en el ejército de los EEUU. Tenía una disciplina personal de hierro, comandaba decenas de miles de soldados, pero no pudo controlarse a sí mismo cuando fue puesto a prueba en este tema... Por otro lado, hay otro general a quien se lo acusa de lo mismo pero se está defendiendo señalando que nunca estuvo a solas con la mujer en cuestión.

Temor al hombre

Cuando el gran sabio, Rabí Iojanan ben Zakai estaba por fallecer reunió a sus alumnos a su lecho.  El Talmud nos relata las reflexiones personales que compartió con ellos ante su inminente fallecimiento.

“Bendíganos, Maestro,” pidieron.

“Ojalá que su temor a D-os sea igual que su temor al hombre,” respondió.

“¿Nada más que eso?” preguntaron.

“Claro,” dijo Rabí Iojanan. “Ojalá fuese por lo menos así. Fíjense, que cuando uno peca dice ‘que nadie me vea’”[5]. Si supiera que hay posibilidad de que la gente se entere de sus acciones, no las haría, por más que sepa que D-os siempre está vigilando…

Esa es la fundamentación de la prohibición de Yíjud. Al saber que cualquiera puede entrar en cualquier momento, sin anunciarse, uno no se anima hacer lo que se animaría con la puerta cerrada.

Controlando al instinto

Todo lo antedicho es para evitar provocar al instinto.

¿Qué pasa si uno ya tiene el instinto encendido?

Enseñaron en la academia de Rabí Ishmael: “Si este ‘desgraciado’ se metió contigo, llévalo a la casa de estudio de Torá. Si es fuerte como una piedra se pulverizará y si es fuerte como el hierro se partirá.”[6]

“Creé al instinto,” dice D-os “y creé a la Torá como su ‘condimento’. Si se dedican al estudio de la Torá no se entregarán en sus manos”[7].

Así como un condimento le da el gusto a la comida cruda, del mismo modo el estudio de la Torá sirve para “condimentar” al instinto. Le da el gusto justo. El judaísmo no condena al instinto humano; lo ve como algo en estado crudo que necesita ‘condimentarse’, y desafío está en canalizarlo correctamente. Es el estudio de la Torá lo que le da a uno la fuerza para combatir su instinto.

Internet

Según muchas autoridades halájicas contemporáneas, las precauciones de Yíjud deben aplicarse también a “espacios íntimos” virtuales que la Internet facilita. Abundan historias y ejemplos muy tristes que demuestran la sabiduría de dicha postura.




[1] La “Y” en este caso sustituye la letra hebrea “Iud”, y es pronunciada como pronuncian la “y” en Centroamérica, (como la “y” de Yerushalaim).
[2] Vea los detalles en Kitzur Shuljan Aruj, Cap. 152
[3] Talmud, Nidá, 30b
[4] Talmud, Kidushin 81a
[5] Talmud, Berajot, 28b
[6] Talmud, Sucá, 52b
[7] Talmud, Kidushin, 30b


Originalmente publicado en el Semanario Hebreo