miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Propósito de la Vida



El Propósito de la Vida

Por el rabino Eliezer Shemtov

Dedicado a la memoria de mi suegro, Rabino Hirsch Chitrik, A”H,
en ocasión de su primer Iortzait.

La pregunta más importante que uno puede, sin duda, hacerse es: ¿Para qué existo? ¿Cuál es el propósito de mi existencia?

Antes que nada hay que aclarar que estas preguntas las puede hacer solamente el que cree en un creador, ya que si no hay creador y el mundo es el resultado de un accidente cósmico y el nacimiento es el resultado de un accidente biológico, ¿cómo puede pensar que hay siquiera un propósito? Sólo puede pensar en un propósito el que cree en un Creador ya que implica que hay una razón por la cual ha creado el mundo en general y al individuo en particular.

Es por eso que la respuesta a esa pregunta se puede encontrar únicamente en las propias palabras del Creador. Cualquier otra respuesta sería basada puramente en la especulación.

Veamos qué dice la Torá al respecto.

La Torá nos dice que D-os nos dio Sus preceptos para que vivamos por medio de ellos[1]. O sea, el objetivo es que vivamos y la manera más plena de vivir es cumpliendo con los preceptos Divinos.

Para entender esto hay que entender primero el concepto de “vida”. ¿Qué define si algo vive o no?

Cuatro niveles de vida

De hecho encontramos cuatro niveles de vida: 1) mineral; 2) vegetal; 3) animal; 4) ser humano. La “vida” mineral consiste en simplemente existir. La vida vegetal se manifiesta en el crecimiento. La vida animal se define por el movimiento. La vida humana se define por el autodominio. Si el hombre sigue sus instintos sin controlarse, consideramos que está viviendo como un animal. Si está en coma, decimos que está en un estado vegetal. Vida humana es cuando uno vive y actúa de acuerdo a sus convicciones y no simplemente de acuerdo a sus instintos.

Dentro de la categoría de vida humana, hay una manera específica de vivir que empezó con nuestro patriarca, Avraham. Lo que destacó a Avraham de otros monoteístas que lo antecedieron es que dedicó su vida a difundir el conocimiento de la existencia de D-os. O sea, no se conformó con saber que D-os existe y creer en  Él, sino que dedicó toda su vida a la difusión del conocimiento de D-os y la fe en Él . Estuvo al servicio entero de su Creador. Esa dedicación y abnegación total a D-os fue transmitida por herencia a sus descendientes.  Esa es la definición de vida judía: vivir totalmente al servicio de D-os.

¿Cómo es una vida dedicada al servicio de D-os? ¿Hay que pasar todo el tiempo en la sinagoga estudiando Torá y rezando? ¿Hay que ignorar al mundo moderno y vivir en el pasado?

El que tiene estas dudas es porque no entiende el concepto judío de servir a D-os. Para el judaísmo servir a D-os no implica apartarse del mundo material y natural, sino todo lo contrario: descubrir dentro del mundo material su potencial y propósito Divino. Después de todo, el mundo material no es una contradicción a D-os; es una creación Divina y puede y debe ser utilizado para servirLo.

De hecho, servir a D-os por medio de la ocupación con el mundo material es posible que uno logre una conexión con D-os más profunda que la obtenida por medio del estudio de la Torá y la plegaria.

Veamos por qué.

La experiencias de Isajar y Zevulun

Entre las bendiciones con las cuales Moisés bendijo a las doce tribus de Israel antes de fallecer, encontramos la siguiente[2]: “Alégrate, Zevulún, con tus salidas e Isajar en tus tiendas.” La tribu de Zevulun se dedicaba a viajar por comercio mientras que la tribu de Isajar se dedicaba al estudio y enseñanza de la Torá. Hay que entender, entonces, ¿por qué nombró a Zevulun antes de Isajar? Además, Zevulun era menor que Isajar. Tanto por las edades de sus progenitores como por sus ocupaciones, ¿no había que bendecir a la tribu de Isajar antes que a la tribu de Zevulun?

Una explicación es que si bien Isajar, que se dedicaba todo el día al estudio de la palabra de D-os, escuchaba la voz Divina más que Isajar, fue Isajar, dedicado al comercio, quien veía la mano de D-os constantemente. Veía como el éxito material no dependía de la astucia de uno, sino de la bendición de D-os.

Hay muchas oportunidades para servir a D-os por medio del comercio. Trabajar con  honestidad, separar el diezmo de las ganancias para fines caritativos, prestar dinero al que necesita y cerrar el negocio en Shabat, son algunos ejemplos de cómo servir a D-os por medio de la actividad comercial.

Así que la dedicación a D-os no excluye la diversidad de actividades humanas, sino que las incluye a todas. Es por medio de cada actividad profesional y comercial que uno puede encontrar la manera de utilizarla para servir a D-os.

Misiones Específicas

Ahora, bien. ¿Cómo sabe uno cuál es su misión de vida específica?  

Hay varias maneras para darse cuenta.

Para empezar, siendo que no hay casualidad sino causalidad, el hecho que uno se encuentre en una situación determinada ya es una señal que tiene algo para hacer ahí. Claro está que tiene que recurrir a la Torá para saber qué es lo que D-os quiere de uno en una situación así.

Cuando uno tiene varias oportunidades para hacer el bien, ¿cómo hace para elegir? Extrañamente, la respuesta es que lo que le resulta más difícil es seguramente lo que más importa que haga. Debido a la importancia de la tarea es que uno encuentra tanta resistencia para hacerla.

Cuanto más importante es lo que uno debe hacer, tanta más resistencia encontrará. Inversamente, al ver la resistencia que uno siente, puede darse cuenta de eso mismo que es realmente importante que haga la tarea.

Adán y Eva

Encontramos esa idea también al principio de la historia. Cuando D-os les prohibió a Adán y Eva comer del Árbol de Conocimiento, no aguantaron y trasgredieron. ¿Era tan difícil aguantarse y no comer de un árbol específico? ¡Tenían a todo el mundo para disfrutar! Si hubiesen aguantado, hubiesen llevado al mundo a su perfección y  se hubiese iniciado la era mesiánica, según el plan Divino inicial. Fue debido a la gran importancia de cumplir con el mandato que encontraron tanta dificultad en cumplirlo hasta que finalmente sucumbieron.

Y aquí estamos, cumpliendo nuestra misión de vida según el “Plan B” Divino. El perfeccionamiento del mundo depende ahora de nosotros.


Publicado originalmente en el Semanario Hebreo



[1] Levítico, 18:5
[2] Deut., 33:18

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