martes, 25 de junio de 2013

¿Cuán Generoso Eres?



¿Cuán Generoso Eres?
Por el rabino Eliezer Shemtov

Hay que dominar bien un lenguaje para saber interpretarlo. Cada idioma habla en su propio código. Si uno no sabe el código no sabrá descifrar el mensaje transmitido.
Por ejemplo: imaginémonos un madre e una hija. La madre mide 1.6 mts. y la hija mide 1.8 mts. ¿Quién de las dos es más grande?
Si le preguntas a una niña, te dirá que la hija es más grande que la madre, ya que la ve más alta. No entenderá por qué la gente insiste en decir que la madre es más grande. Obviamente, la palabra “grande” se puede entender de distintas maneras. Hay que conocer bien el manejo del código para poder interpretar el significado correctamente.
Una de las características del lenguaje de la Mishná es su economización. No gasta dos palabras cuando puede expresar la misma idea por medio de una sola. De hecho, nuestros sabios nos enseñan que uno debe siempre enseñar por medio de expresiones concisas; la verbosidad a menudo sirve para confundir.
El desafío en este sistema de comunicación es tanto para el que habla como para el que escucha. Hay que saber comprimir la cantidad máxima de contenido en la cantidad mínima de palabras y hay que saber extraer la información correctamente.

Miremos un ejemplo del capítulo de Pirkei Avot que corresponde a esta semana, el capítulo cinco.
En la Mishná 13 dice:
Hay cuatro actitudes entre los que dan Tzedaká (“Caridad”):
1) El que quiere dar y que otros no den, su ojo está mal hacia los otros;
2) Que otros den y que él no dé, su ojo está mal hacia lo suyo;
3) Que él dé y otros den, es un piadoso;
4) Que él no dé y que otros no den, es un malvado.
Hay que entender: ¿Por qué habla de cuatro actitudes entre “los que dan Tzedaká”, si entre ellos menciona dos que no quieren dar?
También: ¿Cuál es la enseñanza práctica de esta información para nosotros?
Una de las enseñanzas es la siguiente:
En general hay dos maneras diferentes de dar: con ganas y sin ganas. ¿Cuál de las dos es más meritoria? ¿Es mejor dar como expresión de la generosidad, o dar a pesar de que uno no tiene ganas?
Encontramos en la Torá un precepto interesante: “Si ves el burro de tu enemigo cayendo debajo de su carga, ayudalo”. ¿Por qué justo el burro de tu enemigo? La explicación es que si ves dos burros cayendo debajo de sus respectivas cargas, el uno es de tu amigo y el otro es de tu enemigo, deberás ayudar primero al de tu enemigo, ya que tiene un “valor agregado”. Objetivamente, no hay diferencia entre un burro y otro. La única diferencia en este caso es subjetiva, el uno es de tu amigo y el otro es de tu enemigo. Al ayudar al burro de tu enemigo, además de estar ayudando a un animal que está sufriendo, estarás conquistando a tu propio “burro” personal, a tu instinto negativo.
Lo mismo es en cuanto a nuestro tema, el acto de dar Tzedaká: cuanto menos ganas tengas de dar, tanto más mérito y refinamiento personal generará el acto de dar.
Hay, no obstante, matices en la “mezquindad”. Hay quienes son mezquinos con su propiedad y hay quienes son mezquinos con su honor. Hay quienes no quieren dar dinero y hay quienes son más mezquinos aún, no quieren que otros den para no opacar su nivel de generosidad.
Cuentan de uno que tenía un amigo en el hospital a quien quiso ir a visitar. Demoró en llegar y cuando finalmente llegó a visitarlo le informaron que ya le habían dado de alta.
“¡Qué lástima!” dijo, “quise cumplir con el precepto de visitar a los enfermos…”
Prefiere que su amigo esté enfermo para poder generarse él más méritos… Mezquino de primera...
En cuanto a la Tzedaká sucede algo parecido, hay quienes dan no para ayudar al necesitado, sino para sentirse bien o para figurar. El que da porque quiere ayudar al necesitado estará más que feliz que otros también le den una mano. El que da únicamente para figurar, prefiere que no le “pisen los talones” con donaciones que le hagan sombra a pesar de que puede perjudicar al necesitado…
Cuando el caballo se acerca a un lago a tomar agua, tiene la costumbre de patear el agua. ¿Por qué? Explican los que saben que el caballo, al acercarse al agua y ver su propio reflejo piensa que se trata de otro caballo que quiere sacarle “su” agua… Al patearlo, desaparece el reflejo, y el caballo prosigue a tomar el agua - ahora embarrada - más tranquilamente….
Y por último, hay aquí una enseñanza positiva muy importante: todos, aun aquellos que les cuesta separarse de su dinero, están considerados “dadores de Tzedaká”, ya que es un instinto latente en cada uno de nosotros, aunque a veces cuesta activar y manifestarlo.

Esta enseñanza es alentadora tanto para el mezquino como para el que le viene a pedir su ayuda.

Vi hace poco una carta del Rebe en la cual exhorta al destinatario de la misma que siga hablando con determinada persona “como corresponde a un integrante de un pueblo terco”.

A primera vista parecería que la terquedad en cuestión se refiere al destinatario del mensaje. Pero me parece que también se  puede entender que se refiere al receptor de la carta. Siendo integrante del pueblo judío, un pueblo terco, no debe darse por vencido y seguir insistiendo en su intento de hacerle llegar el mensaje en cuestión al otro.

Pero ¿en qué se fundamenta la terquedad?

En base a lo antedicho se puede explicar. Al tener la convicción  de que el otro es realmente un “dador de Tzedaká”, que en su fuero más íntimo es una persona que quiere vivir su vida como D-os manda, no se dejará impresionar y disuadir por la resistencia inicial sabiendo que a la larga llegará a acceder y activar a las mejores cualidades del alma latente en él.

Escuché una vez de mi tío abuelo, el gran Jasid Reb Mendel Futerfas, que en paz descanse, que cuando uno le pide una donación a alguien y no quiere dar, es porque el Iétzer Hará (la mala inclinación) lo impide dar. Pero cuando uno opta por no pedirle, es porque el Iétzer Hará salió del otro y entró en uno...

Dicen nuestros sabios que es en mérito a la Tzedaká que lograremos salir del exilio. ¿Por qué? Se puede entender que es debido al mérito generado por la Tzedaká. También se puede entender que al dar Tzedaká uno logra liberarse de su exilio personal interno creando las condiciones cósmicas para que salgamos del exilio externo en el cual nos encontramos.

Ojalá que sea pronto.

Originalmente publicado en el Semanario Herbeo

sábado, 15 de junio de 2013

¿Qué es mejor, este mundo o el que viene?



¿Qué es mejor, este mundo o el que viene?
Por el rabino Eliezer Shemtov

Dedicado al 1er aniversario del fallecimiento de la Sra.
Beraja Jaia (Beatrice) Rozencvaig de Góliger, A”H.

Se tiende a pensar que para el creyente el mundo venidero es el mundo de la verdad, el superior; y que este es el mundo de la mentira, el inferior.

En realidad, puede ser así para creyentes de diversas religiones, pero en la perspectiva judía no es tan sencillo.

“Él (Rabí Iaakov) dice: más vale un instante de Teshuvá (retorno) y buenas acciones en este mundo que toda la vida del mundo venidero, y más vale un instante de felicidad en el mundo venidero que toda la vida de este mundo.” (Pirkei Avot, 4:17)

No queda claro, ¿cuál de los dos es superior, un instante en este mundo o un instante en el venidero?

La respuesta es: depende.

Cuentan de un rey que quería compensar a un sirviente quien había trabajado fielmente para la familia real durante cincuenta años.

“Mañana a mediodía te abriré las puertas de la tesorería y podrás, durante una hora, llevarte lo que quieras,” le dijo el rey.

El sirviente preparó barriles en la puerta de la tesorería.

Al día siguiente, a la hora indicada, se abrieron las puertas.

El hombre estaba a punto de lanzarse a la primera mesa de brillantes, cuando, de repente, se detuvo.

El rey sabía que el sirviente tenía una debilidad hacia la música y contrató al mejor violinista del reino para que tocara el violín en la sala de la tesorería durante esa hora.

El sirviente que supo apreciar esa música inigualable, decidió dedicar cinco minutos a aprovechar esa oportunidad única. “Total,” pensó, “cincuenta y cinco minutos me alcanzan y sobran para juntar riquezas...”

Pasaron los cinco minutos y la música fue mejorando. El sirviente optó por dedicar sólo cinco minutos más. Así fue pasando el tiempo hasta que de repente sonó la campana. La hora había terminado. El sirviente salió de la tesorería habiendo acumulado nada más que una hora de la mejor música....  
Esta historia representa la vida. Nacemos para pasar un tiempo en la tierra juntando “diamantes”, aprovechar las oportunidades para hacer el bien. Si fuera tan fácil no tendría gracia, así que D-os nos colocó “violinistas” en todas partes para distraernos.

Tenemos para elegir: ignorar al violinista y dedicarnos a “juntar diamantes”, o postergar el cumplimiento de nuestra misión para dedicar tiempo a escuchar la música seductora de los “violinistas”.

Si bien el placer de la música puede ser impresionante, no puede compararse con el placer que uno obtiene al haber aprovechado la hora inteligente y correctamente.

Ahora podemos entender lo que dice Rabí Iaakov. En cuanto a logros, nada del otro mundo puede compararse con un instante de esfuerzo y logros en este mundo; en cuanto a placer, empero, nada terrenal puede compararse con la satisfacción espiritual y eterna que uno tiene después de haber cumplido su misión de vida durante su estadía en la tierra.

Así que en cuanto a la pregunta cuál de los dos mundos es mejor, la respuesta es que depende si hablamos de logros o de satisfacción. Si hablamos de logros, es este mundo el superior, si hablamos de satisfacción y placer es el mundo venidero el superior. Y la satisfacción en el mundo venidero depende de los logros obtenidos en este mundo...

Las enseñanzas jasídicas nos dan una perspectiva más rica del tema:

La diferencia esencial entre esta vida y la próxima es la diferencia entre conexión y percepción. En esta vida podemos conectarnos con D-os por medio del cumplimiento de Sus órdenes, aunque no lo percibamos. En el mundo venidero, despojado del filtro distorsionador del cuerpo, el alma percibe las cosas con claridad y percibe el valor de dicha conexión generada durante su estadía en la tierra. Allá, en el otro mundo, uno ya no puede generar más conexiones; sólo puede percibir y entender lo que le fue inentendible aquí en la tierra.

También: el deseo de D-os no es tanto que hagamos lo que nos pide como el hecho de que optemos por hacerlo. La posibilidad de optar existe únicamente en esta vida. En la próxima recibimos nada más que la recompensa.

El ejemplo personal del Rebe

El martes pasado, 3 de Tamuz, conmemoramos el 19 aniversario de la desaparición física del Rebe de Lubavitch, que su mérito nos proteja.

El Rebe, mientras estaba físicamente con nosotros dio el mejor ejemplo de lo que quiere decir aprovechar el tiempo aquí en la tierra.

Cuando cumplió setenta años, comentó durante la celebración pública del mismo que hubo quienes le sugirieron que se jubilara. Ya ha hecho mucho por el pueblo judío y el mundo, ya le correspondía a “Take It Easy” (tomar la vida con calma).

El Rebe dijo que no sólo no iba a descansar, sino que recién ahora iba a trabajar más que antes. Anunció que se puso como meta que en el año se fundaran en el mundo unas setenta y una (!) nuevas instituciones de educación y beneficencia.

Nunca permitió que la gente se jubilara. Cada día de vida está llena de oportunidades y mientras uno tenga fuerza debe aprovechar la vida para producir y hacer del mundo un hogar más propicio para D-os.

Un solo D-os y dos mundos

Si bien, como vimos, para el judaísmo lo más importante es esta vida, la vida de la acción, no hay que menospreciar el rol que juega la fe en el mundo venidero.

El mundo venidero es el mundo de la verdad y es eterno. Si uno se la jugó por la verdad en esta vida, tendrá satisfacción infinita y eterna al apreciar el verdadero valor de lo que hizo en esta vida.

La siguiente anécdota ilustra el concepto.

El sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, fue arrestado en 1927 por la KGB a raíz de su esfuerzo incesante por mantener viva la llama judía a lo largo y ancho de Unión Soviética a pesar de la persecución comunista contra todo aquello vinculado con la vida religiosa judía.

Entre todos los episodios vinculados con su encarcelamiento y eventual liberación - documentados y publicado por él mismo - encontramos el siguiente:

En cierta sesión interrogatoria era infructuoso el intento de sacarle información que podría perjudicar a sus colaboradores en la sagrada labor de la educación judía.

El oficial sacó una pistola y le dijo: “¿Ve este ‘juguete’? Este ‘juguete’ ha sacado mucha información de muchos que no nos la querían dar.”

Respondió el Rebe: “Este ‘juguete’ puede asustar a uno que tiene muchos dioses y un solo mundo. El que tiene un solo D-os y dos mundos, no es intimidado por ese tipo de ‘juguete’...”

Que el ejemplo de su vida nos sirva de inspiración.

viernes, 7 de junio de 2013

La Angustia



La Angustia
Por el rabino Eliezer Shemtov
Isaquito llega a la nueva ciudad y entra al bar para pedir una cerveza. Luego de tomarla, agarra la botella y la tira contra el barman. Pide disculpas y expresa su remordimiento. Lo mismo sucede la segunda vez que va al bar y la tercera. El barman no está dispuesto a soportar semejante conducta y le prohíbe la entrada hasta que no se haga una terapia. Pasan seis meses y aparece Isaquito con una nota de su psicólogo atestiguando que efectivamente hizo la terapia necesaria y está curado. El barman le accede al pedido de una botella de cerveza. Al terminarla, agarra la botella y la tira contra el barman.

“Y, ¿eso?” preguntó el barman, incrédulo. “¿No es que habías hecho terapia?”

“Es cierto,” dice Isaquito.

“Pero continúas  tirando botellas. ¿Para qué te sirvió la terapia?”

“Lo que pasa es que ahora no siento culpa ninguna...”  

Entre los padecimientos más prevalecientes en nuestra generación de abundancia y confort están – paradójicamente - la tristeza y la depresión. Hoy en día hay más gente con mayores libertades personales que nunca para hacer lo que quiere, pero… sigue infeliz.
Algunos datos: En los EEUU, la venta de antidepresivos, un mercado con valor billonario, subió en unos 400% en las últimas dos décadas. Uruguay es el país de América Latina con mayor tasa de suicidio (http://www.elobservador.com.uy/noticia/228317/uruguay-es-el-pais-de-america-latina-con-mayor-tasa-de-suicidio/).
¿Qué dice el judaísmo – y en especial el jasidismo - al respecto?
Para entender el tema hay que empezar por distinguir entre la tristeza y la depresión. La tristeza es una señal de sensibilidad. Uno está  triste cuando percibe que las cosas no son como deberían ser. Peor que estar triste por haber hecho algo indebido, o haber perdido algo valioso, es no sentir nada. La depresión, por otro lado, es un síntoma de la insensibilidad, de la parálisis emocional. La tristeza es producto de una percepción correcta que lleva a la acción; la depresión es producto de una percepción errónea y lleva a la inacción.
La tristeza lleva a mayor vitalidad; la depresión lleva a la muerte.
Causas de depresión
En su libro fundacional de la filosofía de Jabad, el Tania[1], Rabí Schneur Zalman habla de las distintas causas de depresión y cómo lidiar con ellas.
Para empezar, hay que tomar en cuenta que la depresión es el resultado no tanto de la realidad como de la percepción de la realidad. Al redefinir la percepción de la realidad, desaparece la depresión en forma automática.
En general hay tres tipos de situaciones que provocan los pensamientos depresivos:
1)   Una carencia en la situación material de uno, su salud o la de su familia.
Cuando a uno le falta dinero para pagar sus cuentas, si no goza de buena salud o si tiene un hijo enfermo, D-os libre y guarde, es muy común y entendible que esté deprimido.
2)   Transgresiones y pecados cometidos.
Una de las causas que provocan la depresión es el sentimiento de culpa que uno siente por su comportamiento indebido para con D-os o para con el prójimo.
3)   La lucha incesante contra el instinto negativo.
A veces la depresión nace por la falta de capacidad de erradicar el instinto negativo de uno. Cuando uno se concientiza del hecho de que constantemente desea hacer lo prohibido, puede llegar a deprimirse por ello, pensando que debe ser una persona muy baja si no puede erradicar su deseo de hacer cosas tan bajas.
Tres tipos de recontextualización
Cada una de las causantes mencionadas se puede superar por medio de una técnica de recontextualización diferente.
En la primera situación, uno puede lograr la alegría al pensar que no pasa nada en el mundo sin que D-os lo desee así. Como vimos la semana pasada, hay dos tipos de bondad. Está la bondad que podemos percibir y está la bondad superior que trasciende nuestra capacidad de apreciar. Al entender que todo lo que nos pasa es para nuestro beneficio, y cuanto menos entendemos el beneficio tanto más elevado es este, ayuda a que no nos deprimamos y que podamos seguir adelante con alegría.
En la segunda causa, hay que pensar: ¿De dónde viene este pensamiento, de repente? ¿Es un remordimiento genuino o es nada más que una maniobra del instinto negativo con el objetivo de deprimirme y hacerme vulnerable frente a las tentaciones y los desafíos de la vida? Si fuera un remordimiento genuino debería poder pensar en ello cuando yo quiero, y no cuando no quiero. La técnica es decirle al pensamiento que vuelva más tarde, en tal día a tal hora para ser “atendido”. De mientras no hay que prestarle atención para que no impida que uno lleve adelante la misión de su vida con alegría.
Para el tercer motivo, el autor del Tania propone una técnica muy interesante. Dice que pensar que uno debe poder eliminar sus  deseos negativos, proviene no de su sensibilidad espiritual sino del ego, creyéndose de gran nivel espiritual, ya que solamente los Tzadikim, la gente justa y perfecta, pueden liberarse totalmente no sólo de expresar el mal, sino también de siquiera desear hacer el mal. La gran mayoría de nosotros no podemos ni se espera que podamos liberarnos del deseo de hacer el mal; lo que está a nuestro alcance es controlar el deseo para no darle expresión en el pensamiento, el habla o la acción. Cada vez que le vienen las ganas de hacer el mal, uno debería estar contento de que tiene la posibilidad de cumplir con la voluntad de D-os al hacer frente y controlar su instinto negativo.
Ansiedad, culpa y autoestima baja
Se me ocurrió que dichos tres escenarios engloban también el abanico más amplio de factores que llevan a la angustia. Uno se puede angustiar por uno (o más) de tres motivos: 1) la ansiedad por lo que le pasó o le pasa; 2) el sentimiento de culpa por lo que hizo o hace; 3) la autoestima baja por lo que piensa que es.
Es por medio de la concientización de que todo viene de Arriba que uno puede ver la realidad de otra manera y seguir adelante con alegría y motivación.
La humildad
Un factor muy importante en la batalla contra la depresión es la humildad. Cuanto más humilde es uno, tanto más contento está con lo que tiene y menos triste por lo que no tiene. Ya que sin la humildad uno se cree acreedor de mucho más de lo que tiene, mientras que con la humildad uno se cree menos acreedor y por lo tanto afortunado por lo que sí tiene.
Aclaración
Todo lo antedicho es aplicable para una persona sana que tiene que superar su tristeza. No supone sustituir la atención médica en caso de que sea necesaria.




[1] Caps. 26-34.

Originalmente publicado en el Semanario Hebreo

martes, 4 de junio de 2013

Percepciones Justas y Distorsionadas



Percepciones Justas y Distorsionadas
Por el rabino Eliezer Shemtov

¿Cómo se traduce “mañana” al inglés?

En el diccionario aparece la traducción como “tomorrow” pero los que vivimos en  latinoamérica sabemos que la palabra “mañana” quiere decir “not today”, o sea, “hoy, no”.

Hay muchos que aplican en su vida la regla de “no postergues para mañana lo que puedes postergar para pasado mañana...”.

¿De dónde viene esa tendencia hacia la postergación? ¿Es simplemente una cuestión de pereza? Y en el caso de que sí, ¿cuál es la raíz de la pereza?

Quizás podemos encontrar la respuesta en la cuarta Mishná del capítulo de Pirkei Avot que en algunas comunidades tenemos la costumbre de estudiar esta semana, el segundo capítulo.

“...Hillel dice: No te separes de la comunidad y no confíes en ti mismo hasta el día que mueras. No juzgues a tu amigo hasta no llegar a su lugar. No digas lo que no es fácilmente escuchado, pero que eventualmente será escuchado. No digas “cuando tenga tiempo estudiaré”, quizás nunca estarás libre."

Llama la atención la yuxtaposición de todos estos temas. ¿Cuál es el común denominador entre ellos?

Me da la impresión de que el común denominador es el llamado a no distorsionar la realidad.

Veamos los distintos aspectos de dicho desafío delineados en la Mishná:

No te separes de la comunidad

La tendencia del hombre es buscar expresar su individualidad. Mostrar su independencia y distinción de los demás. Especialmente hoy en día está muy de moda hablar de los derechos del individuo, ignorando las responsabilidades para con la comunidad en general.

Hillel nos enseña que el verdadero aporte que uno puede hacer se ve potenciado por medio de su pertenencia a la comunidad y no disminuido, ya que la sinergia de la comunidad sirve para realzar y potenciar el aporte individual.

y no confíes en ti mismo hasta el día que mueras.

Uno puede llegar a un determinado nivel de logros en su vida y pensar que ya puede independizarse y no necesitar de nadie. Hillel nos recalca que no debemos confiar en nosotros al punto de separarnos de la comunidad. Nadie es invulnerable. Uno debe siempre rodearse de gente que puede ayudar a que sus decisiones en la vida sean las correctas.  

La tendencia humana es buscar llegar a un nivel de comodidad en todas las áreas de su vida, la intelectual, emocional y económica. Llegar a tener respuestas a sus interrogantes existenciales, llegar a tener una relación afectiva estable como también una situación económica estable.

Si bien son logros loables que cada persona normal busca y cada persona “exitosa” logra, Hillel nos enseña que hay otra actitud, más piadosa, que uno puede y debe adoptar: No conformarse nunca con sus logros espirituales. Saber que cada día de vida que D-os nos da no es simplemente para disfrutar de nuestros logros, sino para superarnos aún más.

También: uno no debe nunca pensar que sus logros son permanentes. Hasta el último día de vida, los desafíos siguen estando y si uno no está atento, puede patinar. La consigna de la vida no es ser perfecto, sino luchar sin tregua contra las debilidades y desperfectos personales.

No juzgues a tu amigo hasta no llegar a su lugar.

Hay una tendencia humana de juzgar a todo y a todos desde el punto de vista personal de uno. “El otro hizo o no hizo algo por la misma razón que yo (no) lo haría.”

Hillel nos enseña que para poder realmente juzgar al otro es menester haber llegado a su situación. Si no lo entiendes, no estás en condiciones de juzgarlo.

No digas lo que no es (fácilmente) escuchado; que eventualmente será escuchado.

Nuestros sabios explican esta frase de varias maneras:

1. Cuando enseñas algo, no lo digas de una manera que nos es fácilmente entendido, pensando que eventualmente se entenderá. Asegúrate que lo que enseñes sea entendido en seguida. No des lugar a la confusión. No apuestes a que eventualmente se entenderá. Acepta la realidad del otro y plantéale las cosas de un manera fácilmente entendible para él o ella.

2. Cuando compartes un secreto, no pienses que se mantendrá en confidencia; eventualmente se publicitará. Aunque la regla es que está prohibido compartir información confidencial sin autorización previa, a la generalidad de la gente le cuesta respetar esta norma. Requiere mucho autocontrol mantener en reserva los secretos.

Según relata el Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, hay tres niveles entre los que saben guardar un secreto: 1) el que no revela el secreto, pero se ve en él que guarda un secreto; 2) el que no revela el secreto ni da la impresión que está guardando un secreto; 3) aquel que aún cuando escucha el secreto de otro, no revela el hecho de que ya lo sabía. Ese último es un verdadero Baal Sod, Guardián de Secretos.

Hoy en día, con todos los medios tecnológicos rodeándonos con la capacidad de documentar cada palabra hablada y cada movimiento que hacemos es especialmente aconsejable tomar en cuenta la precaución de cuidar cada palabra que uno dice.

No digas “cuando tenga tiempo, estudiaré”, quizás nunca estarás libre.

Esta filosofía de vida es la antítesis de la filosofía de “mañana” (“hoy, no”). Siendo que nadie puede saber cuánto tiempo vivirá, deber aprovechar cada oportunidad que se le presenta para estudiar Torá.

Otra interpretación de esta frase es que no digas “cuando esté vacío, estudiaré”, o sea cuando esté vacío de pensamientos o sentimientos negativos me dedicaré al estudio de la Torá, porque quizás nunca suceda. Esperar hasta ser perfecto o hasta ser más “religioso” para estudiar Torá es un argumento falso. La Torá es comparada con el fuego. Así como el fuego nunca puede impurificarse, del mismo modo las palabras de la Torá no se impurifican por más que el que las estudia esté impuro. Todo lo contrario, el fuego de la Torá tiene el poder de purificar hasta al más impuro de sus estudiantes.

En cuanto al tema de la procrastinación, con el cual empezamos la columna de hoy, puede deberse a varias causas diferentes. Aprendimos hoy que una de las causas es la falta de valoración de lo limitado que es la vida y de lo valioso que es cada instante que tenemos. El desafío está en reconocer el valor de cada momento y aprovecharlo, ya que el momento siguiente tiene su propia tarea a cumplir y el tiempo que pasó ya no vuelve más.

Originalmente Publicado en el Semanario Hebreo