martes, 4 de junio de 2013

Percepciones Justas y Distorsionadas



Percepciones Justas y Distorsionadas
Por el rabino Eliezer Shemtov

¿Cómo se traduce “mañana” al inglés?

En el diccionario aparece la traducción como “tomorrow” pero los que vivimos en  latinoamérica sabemos que la palabra “mañana” quiere decir “not today”, o sea, “hoy, no”.

Hay muchos que aplican en su vida la regla de “no postergues para mañana lo que puedes postergar para pasado mañana...”.

¿De dónde viene esa tendencia hacia la postergación? ¿Es simplemente una cuestión de pereza? Y en el caso de que sí, ¿cuál es la raíz de la pereza?

Quizás podemos encontrar la respuesta en la cuarta Mishná del capítulo de Pirkei Avot que en algunas comunidades tenemos la costumbre de estudiar esta semana, el segundo capítulo.

“...Hillel dice: No te separes de la comunidad y no confíes en ti mismo hasta el día que mueras. No juzgues a tu amigo hasta no llegar a su lugar. No digas lo que no es fácilmente escuchado, pero que eventualmente será escuchado. No digas “cuando tenga tiempo estudiaré”, quizás nunca estarás libre."

Llama la atención la yuxtaposición de todos estos temas. ¿Cuál es el común denominador entre ellos?

Me da la impresión de que el común denominador es el llamado a no distorsionar la realidad.

Veamos los distintos aspectos de dicho desafío delineados en la Mishná:

No te separes de la comunidad

La tendencia del hombre es buscar expresar su individualidad. Mostrar su independencia y distinción de los demás. Especialmente hoy en día está muy de moda hablar de los derechos del individuo, ignorando las responsabilidades para con la comunidad en general.

Hillel nos enseña que el verdadero aporte que uno puede hacer se ve potenciado por medio de su pertenencia a la comunidad y no disminuido, ya que la sinergia de la comunidad sirve para realzar y potenciar el aporte individual.

y no confíes en ti mismo hasta el día que mueras.

Uno puede llegar a un determinado nivel de logros en su vida y pensar que ya puede independizarse y no necesitar de nadie. Hillel nos recalca que no debemos confiar en nosotros al punto de separarnos de la comunidad. Nadie es invulnerable. Uno debe siempre rodearse de gente que puede ayudar a que sus decisiones en la vida sean las correctas.  

La tendencia humana es buscar llegar a un nivel de comodidad en todas las áreas de su vida, la intelectual, emocional y económica. Llegar a tener respuestas a sus interrogantes existenciales, llegar a tener una relación afectiva estable como también una situación económica estable.

Si bien son logros loables que cada persona normal busca y cada persona “exitosa” logra, Hillel nos enseña que hay otra actitud, más piadosa, que uno puede y debe adoptar: No conformarse nunca con sus logros espirituales. Saber que cada día de vida que D-os nos da no es simplemente para disfrutar de nuestros logros, sino para superarnos aún más.

También: uno no debe nunca pensar que sus logros son permanentes. Hasta el último día de vida, los desafíos siguen estando y si uno no está atento, puede patinar. La consigna de la vida no es ser perfecto, sino luchar sin tregua contra las debilidades y desperfectos personales.

No juzgues a tu amigo hasta no llegar a su lugar.

Hay una tendencia humana de juzgar a todo y a todos desde el punto de vista personal de uno. “El otro hizo o no hizo algo por la misma razón que yo (no) lo haría.”

Hillel nos enseña que para poder realmente juzgar al otro es menester haber llegado a su situación. Si no lo entiendes, no estás en condiciones de juzgarlo.

No digas lo que no es (fácilmente) escuchado; que eventualmente será escuchado.

Nuestros sabios explican esta frase de varias maneras:

1. Cuando enseñas algo, no lo digas de una manera que nos es fácilmente entendido, pensando que eventualmente se entenderá. Asegúrate que lo que enseñes sea entendido en seguida. No des lugar a la confusión. No apuestes a que eventualmente se entenderá. Acepta la realidad del otro y plantéale las cosas de un manera fácilmente entendible para él o ella.

2. Cuando compartes un secreto, no pienses que se mantendrá en confidencia; eventualmente se publicitará. Aunque la regla es que está prohibido compartir información confidencial sin autorización previa, a la generalidad de la gente le cuesta respetar esta norma. Requiere mucho autocontrol mantener en reserva los secretos.

Según relata el Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, hay tres niveles entre los que saben guardar un secreto: 1) el que no revela el secreto, pero se ve en él que guarda un secreto; 2) el que no revela el secreto ni da la impresión que está guardando un secreto; 3) aquel que aún cuando escucha el secreto de otro, no revela el hecho de que ya lo sabía. Ese último es un verdadero Baal Sod, Guardián de Secretos.

Hoy en día, con todos los medios tecnológicos rodeándonos con la capacidad de documentar cada palabra hablada y cada movimiento que hacemos es especialmente aconsejable tomar en cuenta la precaución de cuidar cada palabra que uno dice.

No digas “cuando tenga tiempo, estudiaré”, quizás nunca estarás libre.

Esta filosofía de vida es la antítesis de la filosofía de “mañana” (“hoy, no”). Siendo que nadie puede saber cuánto tiempo vivirá, deber aprovechar cada oportunidad que se le presenta para estudiar Torá.

Otra interpretación de esta frase es que no digas “cuando esté vacío, estudiaré”, o sea cuando esté vacío de pensamientos o sentimientos negativos me dedicaré al estudio de la Torá, porque quizás nunca suceda. Esperar hasta ser perfecto o hasta ser más “religioso” para estudiar Torá es un argumento falso. La Torá es comparada con el fuego. Así como el fuego nunca puede impurificarse, del mismo modo las palabras de la Torá no se impurifican por más que el que las estudia esté impuro. Todo lo contrario, el fuego de la Torá tiene el poder de purificar hasta al más impuro de sus estudiantes.

En cuanto al tema de la procrastinación, con el cual empezamos la columna de hoy, puede deberse a varias causas diferentes. Aprendimos hoy que una de las causas es la falta de valoración de lo limitado que es la vida y de lo valioso que es cada instante que tenemos. El desafío está en reconocer el valor de cada momento y aprovecharlo, ya que el momento siguiente tiene su propia tarea a cumplir y el tiempo que pasó ya no vuelve más.

Originalmente Publicado en el Semanario Hebreo

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