domingo, 27 de enero de 2013

La Ecología



La Ecología
Por el rabino Eliezer Shemtov

Entre los temas importantes hoy en día están la ecología y la sustentabilidad de los recursos naturales.

Hay una preocupación por el abuso de los recursos naturales que lleva a la extinción de especies vegetales y animales. Cuando la ecología y el desarrollo de la tecnología chocan, ¿cuál de los dos debería ceder? ¿Debemos frenar el avance de los desarrollos tecnológicos cuando atenta contra la naturaleza o deberíamos sacrificar la naturaleza en pos de los avances tecnológicos?

Veamos algunos aspectos del tema y cómo están vistos por el judaísmo.

Trabajar la tierra y cuidarla

La Torá[1] nos cuenta que cuando D-os creó al hombre, le dio el mandato de dominar al mundo y explotar su potencial. Pero, conjuntamente con  ese mandato vino la responsabilidad de “cuidarlo”[2]. O sea, el mandato consiste en usar al mundo y a la vez cuidarse de no abusar de él.

El principio está claro, aunque su aplicación puede ser complicado, ya que ¿dónde termina el “uso” y empieza el “abuso”?

Bal Tashjit

La Torá[3] prohíbe explícitamente talar un árbol frutal (salvo si la madera es más valiosa que sus frutas o si es para permitir la construcción de una vivienda). Dicha prohibición se hace extensiva a toda destrucción: debe ser en pos de obtener algo de mayor valor y beneficio.  

El fundamento

¿En qué se basa la importancia de cuidar y no malgastar los recursos?

Para los ambientalistas, la preocupación está en la eventual destrucción irrecuperable de los recursos naturales necesarios para nuestra supervivencia. Es muy razonable. Fíjese que hasta el año 1993, el 25% de los fármacos occidentales provenían de ingredientes obtenidos de las selvas tropicales, aunque nada más que el 1% de las plantas tropicales ha sido analizado por los científicos (!)[4]

La Torá lo fundamenta en algo más profundo. La creación tiene dueño y somos nada más que “jardineros” de turno. El mundo nos fue dado en préstamo. Se nos permite disfrutar y desarrollarlo; no es nuestro para destruirlo. Y esto se aplica a cada detalle de la existencia, más allá de su valor monetario o efecto macrocósmico.

El Rabí Iosef Itzjak Schneerson, z”l, contó cómo una vez, de niño, cuando salió a caminar con su padre, Rabí Sholom Dov Ber, de bendita memoria, arrancó una hoja de un árbol, la trituró y la tiró al viento. Su padre se dio cuenta de eso y lo amonestó diciendo que cada hoja tenía un propósito por el cual D-os la había creado. ¿Con qué derecho, entonces, había arrancado la hoja sin un propósito?

El Rebe y los filatelistas

Me acuerdo cuando era chico y visitaba la oficina del secretario del Rebe, sabiendo que yo coleccionaba estampillas, me regalaba estampillas recortadas de la correspondencia que había llegado al Rebe. En cierta ocasión el secretario del Rebe me comentó que el Rebe no tiraba las estampillas usadas, ya que seguían teniendo valor para los filatelistas y tirarlas implicaría malgastar algo de valor. Las entregaba al secretario para que las repartiera entre los jasidim aficionados a la filatelia.

Yo me preguntaba: ¿acaso el Rebe no tenía cosas más importantes de qué preocuparse? Eventualmente llegué a entender que para el Rebe no existía nada en vano. Todo es una creación Divina y debe ser aprovechado al máximo, aún una estampilla que ha pasado por el matasellos, ya que puede ampliar y agregar valor a la colección de alguien. (También servía para alegrar a un niño coleccionista, como, también, para que yo aprenda a valorar las cosas de otra manera.)

Todo tiene su propósito

Nuestros sabios nos cuentan que el Rey David le preguntó a D-os para qué había creado las arañas. “Llegará el día que vas agradecer su existencia,” respondió D-os.

Un tiempo después David estaba huyendo de sus enemigos quienes lo querían matar. El único lugar que tenía para esconderse de ellos fue en una cueva. Entró a la cueva pero escuchó cómo se estaban acercando. No tenía salida. De repente escucha como dicen: “No puede estar aquí ya que hay una telaraña en la entrada y si David hubiera entrado la hubiese roto”. Su vida fue salvada gracias a la araña...

Proteger la biodiversidad

Hay un precepto bíblico muy enigmático que, de acuerdo a algunos de los comentaristas, tiene un fundamento ecológico.

La Torá[5] nos ordena que cuando nos encontramos con un nido que tiene huevos o pichones y la madre está anidando sobre ellos, no se puede llevar la madre junto a los hijos; hay que espantar a la madre y llevarse a los hijos. La Torá nos dice también que como consecuencia de cumplir con este precepto tendremos días largos…

De acuerdo a la autoridad halájica, el autor del Séfer Hajinuj, el motivo de este precepto es evitar destruir la continuidad de la especie. Al espantar a la madre y no llevarla, podrá producir nuevas generaciones de su especie. (¿El “alargue de los días” se debería al hecho de que se mantiene la biodiversidad?) Hete aquí un buen ejemplo de “uso” sin “abuso”.

Similarmente, encontramos que la Torá[6] nos prohíbe sacrificar un toro y su hijo en el mismo día….

Planificación urbana

La Torá se preocupa también de proteger una calidad de vida óptima. Alrededor de cada ciudad debía haber una zona verde[7]. Hay muchas normas que definen si está o no permitido construir algo o llevar adelante cierta actividad aunque sea en la propiedad privada de uno, por el efecto que puede tener en los vecinos o ambiente general. Por ejemplo, no está permitido construir una curtiembre demasiado cerca de la ciudad por el olor que larga.

Se toma en cuenta daños físicos como también ruidos y “daño de vista” que resulta de construir una casa cuyas ventanas permiten que uno invada la privacidad del vecino. El tratado más largo del Talmud, Bava Batra, trata estos temas extensamente.

Un enfoque Jasídico

La Torá[8] nos cuenta como nuestro patriarca, Jacob, volvió a cruzar el río de noche para recuperar unas pequeñas vasijas que habían quedado luego de haber cruzado a toda su familia, rebaños y riqueza. ¿Por qué le fue tan importante a Jacob, un hombre extremadamente rico y generoso, volver a cruzar el río para recuperar algunas vasijas de poco valor?

Una respuesta es que para Jacob no había nada “descartable”. Todo fue creado por D-os y tenía un propósito especial. Si D-os le dio esas vasijas, fue para que las utilice al máximo de su potencial y no para que las abandonara…

Si la Torá se preocupa para que ningún ser mineral, vegetal o animal sea abusado, cuánto más deberíamos cuidarnos de no abusar del prójimo y de nuestros propios recursos materiales y espirituales, principalmente entre ellos: el tiempo.

Originalmente Publicado en el Semanario Hebreo


[1] Génesis, 1:28

[2] ibid, 2:15

[3] Deuteronomio 20:19,20

[4] www.jpost.com/JewishWorld/JewishFeatures/Article.aspx?id=300656
[5] Deut. 22:6,7

[6] Levítico, 22:28

[7] Números, 35:2-5, Rambam, Shmita Veiovel 13:2-5

[8] Génesis, 32:25; Rashi, ibid.

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