Preceptos y Conceptos del Judaísmo
Por el Rabino Eliezer Shemtov
La Teshuvá
Hoy de
noche, con la caída del sol, empieza Rosh Hashaná y, con ello, el comienzo de
un período de diez días - que culmina con Iom Kipur - conocido como Aséret
Iemei Teshuvá, o los “Diez Días de Retorno”.
Veamos de
qué se trata la Teshuvá en general y estos diez días en particular.
Generalmente
se define Teshuvá como “arrepentimiento” [por los errores y pecados
cometidos]. Si bien el arrepentimiento es un paso en el proceso de la Teshuvá,
la Teshuvá es más que eso.
“Arrepentimiento”
implica abandonar la conducta de uno y cambiar de rumbo hacia un estilo de vida
nuevo y mejor. Teshuvá implica volver a lo de uno, no en el
sentido de retroceder, sino en el sentido de volver al estado natural, esencial
y original del cual uno pudo haberse desviado con su conducta.
Esto es un
concepto muy importante y revolucionario y nos ayuda a entender algo sobre cómo
el judaísmo ve la esencia de uno.
De acuerdo
a las enseñanzas jasídicas y místicas judías, desde el momento que recibimos la
Torá en el Sinaí, nos fue implantada una esencia Divina, aunque no se perciba
por estar envuelto en un envoltorio “terrenal” y “animal”. Es por esta razón
que los Diez Mandamientos fueron tallados - en vez de escritos - en piedra. Una
letra escrita es algo agregado, mientras que una letra tallada proviene de la
propia piedra. Una letra escrita es algo impuesto, mientras que una letra
tallada es algo expuesto. Los Diez Mandamientos están tallados en el
alma de cada uno de nosotros. Puede ser que no se note por el polvo que se haya
acumulado y que circunstancialmente las tape; hace falta nada más que
desempolvarlas, sacar las sustancias foráneas adheridas, para revelar las
letras del mensaje Divino que estaban siempre ahí, intactas. Los mandamientos
Divinos no son algo “impuesto” que nos reprime. Son herramientas que nos ayudan
a acceder y “exponer” a nuestros deseos más profundos, más profundos aún de los
que yacen en nuestro subconsciente; nos ayudan a acceder y expresar lo que
emana de nuestra esencia Divina misma.
Podríamos
decir que trasgredir un mandato Divino no es simplemente una consecuencia de la
falta de religiosidad; es el resultado de una disonancia cognitiva, una
contradicción entre lo que uno cree que quiere y lo que realmente quiere en su
fuero más íntimo.
El proceso
de Teshuvá apunta a penetrar las apariencias para llegar a reconectarse
con la propia esencia de uno mismo y darle expresión.
En la
práctica
El proceso
básico de la Teshuvá, como lo delinea Maimónides en sus Leyes de Teshuvá,
consiste en tres pasos, 1) arrepentirse de la conducta indebida; 2) confesar
los errores; 3) resolver no volver a cometer la transgresión nuevamente.
El que hace
Teshuvá como corresponde es perdonado por D-os y hasta puede lograr
estar en un nivel espiritual superior al que nunca pecó, ya que el efecto de la
Teshuvá no es simplemente limpiar la cuenta de aquí en más, sino que
tiene el poder de reconfigurar el pasado mismo.
Cuando uno
hace Teshuvá motivado por temor a D-os logra reconfigurar sus pecados
intencionales en meros “errores”. Cuando hace Teshuvá motivado por el
amor a D-os, logra reconfigurar sus pecados, retroactivamente, en méritos.
¿Cómo se
transforma un pecado en mérito?
La
explicación por esto es muy sencilla. El que pecó y se arrepienta porque se
conscientiza del distanciamiento de D-os que haya provocado, siente una
necesidad más imperiosa de volver a acercarse que aquel que no tiene “cola de
paja”. Su vínculo con D-os es más intenso justamente por el pasado negativo que
tiene. Su retorno, motivado por su pasado negativo, hace que las trasgresiones
cometidas se trasformen en catalizadores de algo positivo y, consecuentemente,
sus pecados mismos estén considerados, a posteriori, como méritos por
ser – en última instancia - agentes del bien.
Teshuvá inferior y superior
Las
enseñanzas jasídicas hablan extensamente de dos niveles de Teshuvá, la
inferior y la superior. La Teshuvá inferior es la que uno hace para
corregir un comportamiento negativo. La superior es la que hacemos para volvernos
más profundamente conectados con D-os.
El mero
descenso del alma desde su lugar en el mundo espiritual a vestirse en un cuerpo
y “alma animal” para lidiar con las mentiras y oscuridad de este mundo material
es un enorme distanciamiento que, al conscientizarse de ello, despierta la
necesidad imperativa de “volver a conectarse”. Dicha conexión se logra por
medio del estudio de la Torá, el cumplimiento de las Mitzvot y vivir la vida de
acuerdo a la voluntad de D-os.
Cuentan de
un Jasid que fue a su Rebe para que le ayude a abrir su corazón.
“No tengo
la llave para abrir tu corazón,” respondió el Rebe.
“¿Una llave
busca? ¡Use un hacha!” reclamó el Jasid, angustiado.
“Tu corazón
acaba de abrirse,” dijo el Rebe con una sonrisa.
El elemento
central de la Teshuvá es la sinceridad de la búsqueda. Suena algo banal
citar el Gallito Luis como fuente en este tema, pero expresa claramente lo que
dice el Talmud: ¡El que busca, encuentra!
Los Diez
días de Teshuvá
Maimónides,
en sus leyes de Teshuvá (2:6) dice: “A pesar de que la Teshuvá y el
clamor [a D-os] es siempre bueno, en los diez días entre Rosh Hashaná y Iom
Kipur es especialmente bueno y es aceptado inmediatamente, como está escrito:
‘Busquen a D-os cuando se encuentra’(Isaías, 55:6)”
Los diez
días entre Rosh Hashaná, cuando coronamos a D-os como rey (vease P&C No.
33), y Iom Kipur, cuando D-os nos perdona por nuestro comportamiento indebido, son
una oportunidad especial para “reconectarnos” con D-os, con nuestra misión
cósmica y con nosotros mismos.
La manera
de lograrlo es ser más escrupulosos, durante dicho período, en nuestra conducta
para con D-os y para con el prójimo.
Los siete
días entre Rosh Hashaná y Iom Kipur engloban todos los días del ciclo semanal.
Nuestros sabios señalan que en cada uno de ellos podemos arreglar el
comportamiento de ese día de todo el año pasado. O sea, el domingo se puede
arreglar el comportamiento de todos los domingos del año pasado, el lunes se
puede arreglar todos los lunes, etc.
Éxito con
su Teshuvá! Que tengamos todos una Shaná Tová Umetuká!
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