martes, 21 de diciembre de 2010

Reflexiones de un Flamante Zeide


 - Rabino Eliezer Shemtov

La semana pasada asistí al Brit de nuestro primer nieto, Tzémaj.

Ni hablar que estamos todos contentos con el nuevo integrante de la y agradecidos a D-os por el milagro y la bendición de un nacimiento sano.

Ya no somos iguales. Nuestro primogénito se transformó en padre. Esto nos da un upgrade al status de abuelos. A nuestros hijos los transformó en tíos, a mis hermanos en tíos abuelos y a mis padres en bisabuelos. Para mis suegros esto representa un hito especial: todos sus hijos son ahora abuelos…

Estamos absolutamente contentos. Todos nuestros amigos están contentos por nosotros.

Y, ¿el recién nacido?

¿Qué opina él de todo eso?

Antes de nacer, su alma estaba tranquila, gozando de la presencia divina. Estaba muy contenta en el Mundo de la Verdad.

¿Con qué derecho nos animamos a sacarlo de allí y arrojarlo a este mundo de oscuridad, conflicto, odio, manipulación, deshonestidad, etc.?

Alcanza con escucharlo llorar al llegar a este mundo… Parece saber exactamente en dónde aterrizó. De hecho, una de las razones por las que celebramos el Shalom Zajar el viernes de noche previo al Brit es para acompañar al recién nacido en su “duelo”…

¿Tenemos derecho de hacerlo sufrir sólo para hacernos felices?

La respuesta a esta pregunta es bastante sencilla: nunca podrá realizar su potencial en el Mundo de la Verdad tan plenamente como en este Mundo de la Mentira.

En el Mundo de la Verdad el alma entiende y siente la presencia de D-os con claridad. Ahí no hay ni ateos ni agnósticos. La verdad es evidente. Pero hay un “pero”: su comprensión y percepción de D-os es limitada, limitada por sus propias limitaciones. Es sólo por medio de descender a este mundo de oscuridad espiritual que es posible llegar a activar y expresar una dimensión de la verdad que trasciende las limitaciones personales. Es aquí en la tierra, y solamente aquí, que uno puede realizar la voluntad de D-os y generar una luz infinitamente más allá del alcance de sus propias limitaciones. En el otro mundo uno puede nutrirse con la sabiduría Divina; es sólo en este mundo terrenal que uno puede conectarse también con la voluntad Divina.

D-os es un buen comerciante. No invertiría recursos valiosos en una propuesta que no rinde algo de mayor valor y beneficio que lo que tenía originalmente. Si D-os manda un alma para que baje a la tierra, es porque puede lograr más aquí que “allá”.
¿Qué es lo que puede hacer aquí que no puede hacer “allá”?

Iluminar.

El propósito principal del alma es iluminar. Esto puede suceder únicamente en un lugar de oscuridad. Cuanto más grande es la oscuridad, tanto más grande es el logro al transformarse esa oscuridad en luz.

Ahora que aplacamos nuestra culpa en cuanto al festejo por el descenso de la nueva alma, cambiemos la mira hacia nosotros mismos. La manera que vivimos nuestra vida ¿justifica el descenso de nuestra alma a este mundo?

Este es el mundo de la realización; el mundo venidero es el de la recompensa y el placer. ¿Se ve reflejado este hecho en nuestro comportamiento diario? Muchos de nosotros dedicamos mucho esfuerzo en perseguir los placeres efímeros de esta vida, perdiendo así oportunidades de lograr lo que realmente vale la pena y lo que en última instancia generará satisfacciones infinitamente superiores a cualquier placer que esta vida terrenal pueda ofrecer.

Mientras celebramos el nacimiento de un nuevo integrante de nuestra familia y pueblo, paremos un instante y recordémonos que deberíamos estar celebrando al nuestro también. ¿Estamos generando el máximo retorno por la inversión que hicieron con nosotros?



1 comentario:

  1. Mazeltov rabino y rabanit Shemtov! Muchos najes de sus hijos y por ahora nieto.. Muy fuerte esa ensenanza. Muchas gracias!

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