El tema más importante y central del judaísmo es, sin duda, D-os. Después de todo, todo esto fue Su idea….
A modo de introducción contaré la siguiente anécdota.
El Rebe de Lubavitch anterior, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, zi”a, fue encarcelado en 1927 por los bolcheviques a raíz de su trabajo sacrificado por fortificar el judaísmo a lo largo y ancho de la Unión Soviética.
En uno de los interrogatorios, el oficial le comentó: Mire, yo soy tan judío como Ud. y no creo en D-os. A lo que el Rebe respondió: “ese D-os en el cual tú no crees, yo tampoco creo...”
Son muchos los que profesan no creer en D-os sin saber de qué se trata. Ven en la fe en D-os una especie de muleta o escape para quienes no quieren o no pueden encarar la realidad por medio de la razón, la lógica y la ciencia…
Empecemos por definir, entonces, de qué definición de Dos estamos hablando.
La definición más sucinta que he encontrado al respecto es la de Maimónides en la apertura de su obra maestra, el Iad Hajazaká:“El fundamento de los fundamentos y el pilar de las sabidurías es saber que hay una existencia primaria (que no depende de nada) quien crea a todo lo existente y todo lo que existe en el cielo y la tierra viene de él.”
O sea, más allá del «nombre y apellido» de D-os, la definición esencial es que: 1) D-os no tiene creador y 2) creó a toda la existencia.
Veamos por qué.
Toda existencia implica un creador ya que nada se crea a sí mismo. ¿Quién, entonces, creó a D-os? Nadie. D-os existe de una manera diferente a la que conocemos como existencia. Hay dos tipos de existencia, existencia circunstancial y existencia esencial. Todo lo que nosotros conocemos es existencia circunstancial; algo existe porque viene de algún lado y porque nadie los destruyó. No tiene por qué existir. Puede también no existir. Por ejemplo, el diario que está leyendo en este momento existe porque alguien lo compuso e imprimió. Si nadie lo editara, no existiría por su propia cuenta. En cuanto a Dos estamos hablando de otro tipo de existencia, una clase de existencia que no implica creador: Una existencia “esencial”. Un ejemplo para eso es la regla de “2+2=4”. ¿Quién creó esa regla? Si bien el hombre la entiende, no la creó. El hombre no la creó y no la puede destruir...
Obviamente, D-os es más que una mera ecuación matemática. Es la única verdadera existencia esencial. Existe porque existe. Y existe sin los límites que definen cualquier existencia circunstancial, o sea, no tiene creador.
Aun después que uno acepte que el mundo tiene creador, cabe preguntar: ¿Qué tipo de vínculo e involucramiento tiene D-os con nosotros en la actualidad? ¿No será que creó al mundo y ahora sigue por su propia cuenta? ¿Realmente le importa a un D-os infinito qué tipo de refuerzo contiene mi sándwich? Parece tan irrelevante para un Dos tan Todopoderoso...
El tema es que cuando pensamos en D-os tendemos a pensar cómo haríamos si fuéramos D-os. Cuesta liberarnos de nuestras referencias. Cuentan de tres maestros jasídicos que estaban conversando entre ellos, analizando cómo harían las cosas diferentes si fueran D-os. Cada uno propuso cambiar algo de cómo está el mundo. Cuando le tocó al Alter Rebe, el fundador del movimiento Jabad, dijo: «si fuera D-os crearía al mundo tal cual D-os lo creó...» Sucede que tendemos a definir a D-os a nuestra imagen y semejanza. “A la gente grande no le importa lo que hacen la gente chica... Si D-os es tan grande, seguramente no le importa lo que hagamos nosotros....” El tema es que hay una gran diferencia entre «grande» e «infinito»; frente a algo grande, hay diferencia entre grande y chico, pero ante lo infinito, grande y chico son igualmente significativos.
En el Tania está explicado extensamente que la relación entre la existencia toda y su Creador es como la relación entre la palabra hablada y quien la pronuncia. Una palabra hablada no tiene existencia propia. La existencia de una palabra hablada depende total y constantemente del que la pronuncia. Apenas para de hablar, la palabra deja de existir. Ya que el estado natural del mundo es la no existencia, hace falta una fuerza innovadora para sacarlo de su estado natural. O sea, la existencia no es el resultado de algo que D-os hizo, sino de lo que hace continuamente; si dejara de crearnos, dejaríamos de existir. Si nos crea, es porque Le importamos.
Muchos se preguntan, si Dos existe y controla todo lo que pasa en el mundo ¿por qué hay tanta aparente injusticia?
La respuesta es que no podemos entender la justicia Divina. Podemos reclamarle a D-os que haga las cosas de tal manera que no nos duela. Pero después de todo, no tenemos más remedio que aceptar con humildad que la justicia Divina existe aunque no podamos entenderla.
Uno de los fundamentos de la fe judía es que todo lo que pasa en el mundo es por Providencia Divina y por lo tanto es para bien. No hay nada que pase por casualidad; es todo por “causalidad”. Algunas veces vemos el beneficio y en otras, no.
Otro punto:
Según las enseñazas jasídicas y místicas judías, D-os se manifiesta de dos maneras, por medio de la naturaleza y rompiendo las leyes de la naturaleza. Según el Baal Shem Tov, fundador del jasidismo, la única diferencia entre la naturaleza y el milagro, de hecho, es que la naturaleza es un milagro constante.
Este concepto, que la naturaleza es nada más que una manifestación Divina, se ve expresado en cada bendición que pronunciamos: Baruj Atá Hashem Elokeinu…. Bendito eres tú, D-os nuestro D-os… El nombre representado por la palabra Hashem, es una palabra compuesta de tres palabras, Haiá, Hove, Ihié, o sea, “fue, es, será”. Están los tres tiempos combinados en una sola palabra. Esto representa como D-os trasciende los límites del tiempo y la naturaleza. La palabra Elokim tiene el mismo valor numérico que la palabra “Hateva”, o la naturaleza. Representa la idea que D-os se manifiesta por medio de la naturaleza. “Hashem Elokeinu”, entonces, quiere decir que la naturaleza es nada más que una manifestación de lo sobrenatural.
* Se escribe “D-os” de esta manera conforme a lo estipulado en la Halajá. (Vease Kitzur Shuljan Aruj, 6:3)
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