domingo, 24 de julio de 2011

El Beit Hamikdash (1)


Preceptos y Conceptos del Judaísmo

Por el Rabino Eliezer Shemtov


El Beit Hamikdash (1) 

Encontrándonos actualmente en el período del año conocido como Bein Hametzarim, o las tres semanas “Entre las Estrecheces”, comenzando con el ayuno del 17 de Tamuz y culminando con el ayuno del 9 de Av, que conmemora la destrucción de los dos Templos de Jerusalén, sería interesante hablar un poco sobre su significado.

Una reseña histórica

La orden de construir una “casa” para D-os proviene de la propia Torá (Exodo, 25:8): “Que me hagan un santuario y moraré entre ellos”, seguida por muchos detalles en cuanto a cómo debía ser construido y los elementos que debía contener.

Durante los cuarenta años que los judíos deambulaban en el desierto, rumbo a Tierra Santa, los acompañó el Mishkán o santuario móvil. En cada una de las 42 paradas erigieron el Mishkán y acampaban alrededor suyo. Al llegar a la Tierra Prometida, el santuario provisorio fue sustituido por una serie de estructuras semi permanentes erigidas en Shiló, Nov y Guivon hasta llegar a su forma y sitio final en un terreno en el Monte Moriá, Jerusalén, comprado a Aravna el Ievusita por el Rey David.

Ya que el rey David fue un guerrero quien había derramado mucha sangre, D-os lo descalificó de ser el constructor del Templo, símbolo de Paz, y delegó la tarea a su hijo y sucesor, el Rey Salomón. En el año 833 a.e.c. se inauguró el primer Beit Hamikdash en Jerusalén. Duró 410 años hasta que fue destruido por Nabucodonosor, rey de Babilonia en el año 423 a.e.c. Luego de unos 70 años de exilio, los judíos, encabezados por Ezra y Nejemia retornaron a la Tierra de Israel y construyeron el segundo Templo. Permaneció en pie por 420 años hasta que fue destruido por Tito en el año 69 e.c. Con la destrucción del segundo Templo por los romanos se dio inicio al exilio y dispersión del pueblo judío que perdura hasta el día de hoy, anhelando su final con la construcción del Tercer Templo que se realizará por medio del Mashíaj.

Luego de esta pequeña reseña histórica, hablemos algo del alma del asunto.

Una morada para D-os

Antes que nada hay que entender el concepto de una “morada” para D-os. ¿Para qué lo necesita? Y ¿cómo se hace una morada física para un habitante infinito?  

Las enseñanzas jasídicas lo explican de la siguiente manera:

Si bien D-os es infinito y se encuentra en todas partes por igual, la manera que se encuentra en todo el mundo es diferente de la manera que se encuentra en el Beit Hamikdash. Dicha diferencia es similar a la diferencia entre cómo uno se comporta en su casa y  cómo se comporta fuera de su casa. Fuera de su casa uno se comporta de acuerdo a cierta formalidad; en cambio en la casa de uno, uno se comporta como quiere. En la casa propia, uno se manifiesta tal cual es.

Análogamente, D-os no está tan manifiesto en todo el mundo; acata a las leyes y formalidad de la naturaleza (que El mismo creó, por supuesto). En el Beit Hamikdash, en Su morada, se manifiesta tal cual es, ignorando la formalidad de las leyes naturales. De hecho, en el Beit Hamikdash hubo 10 milagros continuos que lo expresaban.

El propósito del Beit Hamikdash era doble. Por un lado daba la posibilidad al hombre de acercarse a D-os; por otro lado era el lugar donde D-os expresaba su acercamiento al hombre.

Tres veces al año, en Pésaj, Shavuot y Sukot, las festividades conocidas como las Shalosh Regalim, cada varón tenía la obligación de ascender a Jerusalén y celebrarlas en el Beit Hamikdash, para “ver y ser visto”. Fueron los momentos en los cuales uno recargaba su batería espiritual y esa conexión lo acompañaba hasta el próximo encuentro.

Anomalía sintáctica

Analizando el versículo en el cual D-os ordena construirLe una morada, surge una pregunta. El versículo dice: “que me hagan un santuario y moraré en ellos”. Cabe preguntarse ¿si se trata de un santuario, en singular, por qué dice que morará en ellos, en plural?

Explican nuestros sabios que si bien hubo una estructura física, el objetivo es que D-os more dentro de cada uno de nosotros.

¿Qué quiere decir “morar dentro de cada uno de nosotros”?

Según lo que explicamos sobre la manera que uno se comporta dentro y fuera de su casa, se puede entender fácilmente. “Ser una morada para D-os” quiere decir vivir la vida de tal manera que haga que D-os se sienta “en casa”, que se sienta bienvenido en sus pensamientos, palabras, acciones y actitudes.

Una historia llamativa

Cuando la Torá (Génesis, 45:14) nos habla del dramático encuentro entre Iosef y su hermano Biniamin, nos dice que Iosef cayó sobre el cuello de Biniamin y lloró y Biniamin lloró sobre el cuello de Iosef.

¿Qué representa el detalle del cuello?

Nuestros sabios explican (vease Rashi, ibid) que representa el Beit Hamikdash; así como el cuello conecta la cabeza con el cuerpo, el Beit Hamikdash es el punto de encuentro entre D-os y Su Creación. Cada uno de los hermanos vaticinó en ese momento la destrucción del Templo que iba a ocurrir en el territorio del otro y lloró por ello.

El Rebe pregunta: ya que cada uno de ellos tenía una destrucción en su propio territorio, ¿por qué no lloró por su propia destrucción en lugar de llorar por la del otro? ¿No duele más el dolor propio que el del prójimo?

He aquí la explicación que el Rebe da: llorar sirve como catarsis para aliviar un dolor intolerable. Sirve únicamente cuando no hay nada que hacer. Si hay algo para hacer con respecto al problema que uno tiene entre manos, llorar sería contraproducente, ya que por llorar y sentirse aliviado no hará lo que debería hacer para corregir o evitar el problema. Cuando de ver la destrucción espiritual en territorio propio se trata, no cabe llorar sino hacer algo para evitarla. En cambio cuando uno lo percibe en el territorio del otro, ya que, en última instancia, no depende de él evitarlo, lo mínimo que corresponde hacer es llorar…

Es una enseñanza importantísima. Generalmente suele suceder al revés, llorar por la situación propia y dar consejos a todos los demás…

Dicen nuestros sabios. Cada generación en que no se logra reconstruir el Templo está considerada como si lo hubieran destruido. Está en nosotros lograr merecer su construcción. Un buen punto de arranque es empezar por exigirnos a nosotros mismos, y amar al prójimo como a uno mismo.

Por más información: Jabad.org.uy/3semanas

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